«Judy»: Sin arco iris

eduardo galán blanco

CULTURA

Renée Zellweger destaca con su soberbia interpretación de la cantante y actriz que encarna el juguete roto por excelencia de Hollywood

08 feb 2020 . Actualizado a las 18:44 h.

«En el mundo hay millones de chicas más bonitas que tú; eres una pequeña jorobada malhecha de dientes grandes. Tu padre era maricón y a tu madre solo le importa lo que yo piense de ti». Así comienza Judy, con una de las célebres y temibles reprimendas que Louis B. Mayer -el peor bicho de los cientos de malos bichos que reinaron en Hollywood- le suelta a la joven Garland, niña esclava de la Gran Fábrica de Sueños que rodaba durante jornadas de 18 horas; víctima de las pesadillas de un mundo sin piedad, juguete roto por excelencia -incluso por delante de Marilyn o de Frances Farmer, también despedazadas por las fieras-, una mártir para el Circo Máximo, «ángel cargado de muchas cicatrices» como la definió Joe Pasternak, otro productor de la Babilonia del cine, pero mucho más humano que el dueño de la Metro.

La estrella sufrió tanto martirio y su talento estaba tan a flor de piel que Terenci Moix y Maruja Torres la llamaron Santa Judy Garland. Y, en ese sentido, Judy es un esforzado resumen del dolor de la actriz. En esta biografía resumida solo vemos los comienzos de su carrera, a finales de los años treinta con El mago de Oz, y los últimos seis meses de su breve vida -murió con 47 años- en postreras actuaciones musicales de un forzado exilio londinense, durante 1968. Asimismo, el final del filme resulta un certero resumen de la adoración que sus fieles sentían por la santa, con el público puesto en pie, capitaneado por la pareja homosexual que consoló a la artista en aquellos días -grandes Andy Nyman y Daniel Cerqueira-, para cantar por ella -Judy pierde la voz en el escenario- Over The Rainbow, himno eterno de los sueños del diferente.

Quizá el conjunto pedía algo más de lo que nos ofrece el inexperto director y también algún esfuerzo extra para redondear el guion, pero la encarnación de Renée Zellweger, resucitada para la interpretación en su mejor papel, solo puede calificarse de soberbia. Dejando aparte que tiene el Óscar ganado desde ya, el esfuerzo de la actriz por apoderarse del espíritu de Judy es encomiable. Canta diez canciones, acercándose a la voz de la Garland -que es inimitable- y adoptando además su sonrisa de dolor permanente, de niña herida y abandonada, perdida entre las pastillas y el alcohol. «¿Si soy una leyenda, por qué estoy tan sola?».

«JUDY»

Reino Unido, 2019.

Director: Rupert Goold.

Intérpretes: Renée Zellweger, Jessie Buckley, Finn Wittrock, Rufus Sewell, Andy Nyman, Royce Pierreson, Daniel Cerqueira.

Drama. 118 minutos.