Las dos vidas de Marisol: 35 años luchando por ser «invisible»

C. Aldegunde REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

La gran incógnita es saber si acudirá a recoger el Goya de Honor este sábado, aunque todo apunta a que no

25 ene 2020 . Actualizado a las 12:36 h.

Era la gran incógnita. Si Pepa Flores recogería el Goya de Honor que le ha otorgado este año la Academia de Cine o alguien lo haría en su nombre. Tras días de muchas especulaciones, apenas unas horas antes del comienzo de la gala se despejó la incógnita: sus hijas, la actriz María Esteve y la cantante Celia Flores, lo harán en su nombre. El misterio está resuelto, y aunque algunos fanteseaban con que la niña prodigio Marisol apareciese en el escenario para ajustar cuentas con su pasado, eso nunca dejó de ser una utopía, ya que Pepa Flores lleva retirada de los escenarios desde hace 35 años.  Aunque cueste creerlo, lleva más tiempo fuera de la vida pública que en activo, a pesar de lo larga que fue su trayectoria profesional. En el año 1985 decidió romper con todo, pero sobre todo con Marisol, su nombre artístico, para ser, simplemente, Pepa. Lo hizo después de presentar en el festival de San Sebastián su último trabajo en el cine Caso Cerrado junto al un jovencísimo Antonio Banderas que trataba de abrirse camino en el mundo del cine. Y después cerró la puerta para siempre a la vida pública. Lleva todo este tiempo tratando de llevar una vida lo más anónima posible y siempre ha huido, pese a las ofertas millonarias para reaparecer públicamente, de la fama. Tenía 38 años, tres hijas (María, Tamara y Celia) y estaba a punto de separarse de Antonio Gades, con el que se había casado en Cuba años antes con Fidel Castro y la bailarina Alicia Alonso como testigos.

«Hizo lo que tenía que hacer, decidió irse y se fue. Creo que ha obrado muy bien y me alegro de que todo le vaya como ella quiere que le vaya. Tengo un recuerdo formidable y un gran cariño a distancia y me alegro mucho del premio», explica Mario Camus a Efe, que confiesa estaría encantado de ser él mismo el encargado de entregarle el Goya honorífico a Pepa Flores en su Málaga natal, aunque por motivos de salud no puede viajar. «Era una delicia -añade-. Llevaba en esto desde pequeña, pero aprendió y mejoró y mostró un montón de recursos que no utilizaba en sus comedias. Era una chica colosal», refiriéndose a su talento ante las cámaras.

A punto de cumplir 72 años, Pepa Flores lleva tres décadas junto al italiano Massimo Stecchini. Ha sído su cómplice en su nueva vida alejada de los focos. Pero en los últimos díase ha vuelto a ver cómo las cámaras se apostaban en las cercanías de su domicilio para tratar de saber si la actriz y cantante acudirá o no a recoger el merecido galardón. «Pepa lleva muchos años intentando ser normal y nunca lo va a conseguir», apuntaba uno de estos días Stecchini, según informa la agencia Gtresonline. Sin negarlo categóricamente, su pareja deja bastante claro que entres los planes para la noche de este sábado no está acudir a la gala a recoger el galardón. «Siente un agradecimiento profundo que no se puede demostrar de otra forma. Pero encontrar el equilibrio entre mantener una postura que no se debe romper y la honestidad es complicado. Nunca podrá hacer algo que ha negado a tantísima gente y a tantísimas entidades. Sería hacer algo completamente contrario a lo que es ella», añade.

Una de las pocas imágenes que se han tomado de Pepa Flores desde que decidió volver al anonimato
Una de las pocas imágenes que se han tomado de Pepa Flores desde que decidió volver al anonimato

Aunque recurrentemente el mito de Marisol y Pepa Flores vuelve a ser revisitado por algún medio de comunicación, lo cierto es que la actriz ha conseguido lo que se proponía: ser «casi» una anónima en su día a día. Por eso, era poco probable que el sábado apareciese en el Palacio de Deportes José María Martín Carpena, que acoge los premios por primera vez lejos de Madrid. Pese a estar en su ciudad, Pepa Flores solo ha quebrantado su férrea defensa del anonimato en contadas ocasiones, siempre para apoyar a sus seres queridos. Una de las últimas ocasiones fue durante la presentación del disco de su hija Celia, con la que se subió al escenario para interpretar a dúo una de sus canciones. La cantante recopiló en su disco 20 años de Marisol a Pepa Flores, parte del repertorio de su madre. En el videoclip del primer single, Chiquitina, incluso participó su hermana María Esteve. Precisamente Celia Flores cantará el sábado en la gala de los Goya algunos de los temas más conocidos de Marisol, como también lo hará Amaia Romero, la ganadora de OT 2017. 

Cuando Pepa Flores decidió matar a Marisol

A lo largo de los años es complicado encontrar una figura de la trascendencia de Pepa Flores, que además haya sido capaz de enterrar su juventud y su infancia y renacer en otra persona, alejada de los focos y de las cámaras. En la España de los años 60 Marisol se convirtió en un rayo de luz, y no solo parafraseando su famosa película. La angelical niña rubia (que en realidad no lo era tanto y comenzaron a teñirla para aumentar su belleza) era la hija que todos los españoles querían tener. Cantaba, bailaba, era graciosa y risueña, y terminaba conquistando los corazones de todo el mundo. Pero tras los focos, la realidad era otra. Provenía de una familia muy humilde de Málaga y su primera aparición en televisión (por aquel entonces solo había un canal) fue en el programa de Tico Medina donde le dijo: «Me llamo Pepa Flores y quiero cantar como Lola Flores». Así la descubrió el productor Manuel Goyanes, que vio en ella a la auténtica gallina de los huevos de oro en la que finalmente se convertiría. Incluso la acogió en su casa, donde convivía con su familia.

Pero la infancia de Pepa Flores se aleja mucho de la imagen que se proyectaba en sus películas. Explotada con interminables jornadas de trabajo siendo apenas una adolescente, hace unos años se sembró la duda de si habría sufrido abusos sexuales siendo menor. Cuentan que a Marisol le sobrevino el período sobre las tablas de un teatro. Esa parte de su vida es una de las más oscuras y existen versiones totalmente contradictorias de cómo la vivió Marisol. Luis Lucía, director de muchas de las películas producidas por Goyanes, declaraba hace tiempo a Vanity Fair: «Su nombre sonaba por todas partes como una campana. Y la transformaron en una señorita». Y añadía en unas polémicas palabras que la familia del proyector la había tratado como a una hija. «¡Y cómo vivió y cómo comió! Como una hija más en casa de Manolo Goyanes. Y lo pasó pipa y se casó con su hijo», aseguró. 

Esta versión era diametralmente opuesta a la de Jaime de Armiñán, que dirigió a Pepa Flores en alguna película y que se refería a Goyanes como «el propietario de Marisol». «Encontré a Pepa, Pepa Marisol, que era y es una actriz magnífica, una chica extraordinaria que en aquel momento estaba secuestrada», explicó. En estos mismos términos existen unas declaraciones de la actriz, que aseguraba que «estaba aislada y no tenía acceso a tocar la calle». 

«Era un personaje permanente en revistas, y de portada. Cualquier motivo merecía un posado: porque empezaba una película, porque la había acabado, porque era su cumpleaños, porque se había cambiado el pelo, por cualquier cosa. Durante 12 años estuve haciendo fotos con ella», cuenta a Efe el fotógrafo César Lucas. Autor de la foto en la que Pepa Flores aparecía desnuda, marcando un hito en la transición, que publicó Interviú en portada en 1976 (la repetiría después con motivo del cierre de la publicación en el 2018), Lucas fue el primero en fotografiar a la niña artista, en 1963. «Marisol se convirtió en un mito. Hubo fenómenos previos como Pablito Calvo o Joselito, pero faltaba una niña, una chica. Eso fue un pelotazo increíble (...), un impacto tremendo. Se convirtió en el ejemplo para todos los niños de una época, luego creció y fue la novia de los adolescentes. Aún apartada totalmente del espectáculo, el mito sigue vivo», afirma Lucas.

Con solo 21 años se casó con el hijo Manuel Goyanes, y se separaron a los tres años. Más tarde, ya en plena Transición, conoció al padre de sus tres hijas, con el que tuvo una turbulenta relación que terminó en el año 1986. En ese tiempo comenzó a matar a Marisol, para emerger como Pepa Flores. Pero era casi imposible, así, tras varias películas en los años 80, donde ya nada tenía que ver con la dulce niña rubia de sus comienzos, decidió dejarlo todo y tratar de ser, aunque haya épocas en las que le cueste un poco más, invisible. 

El italiano que conquistó a Pepa Flores tras su retirada

Aunque pueda sonar extraño, Marisol tenía tan solo 38 años cuando decidió abandonar su carrera, que había sido fulgurante en las décadas anteriores. Pepa Flores se retiró a la edad que lo hacen muchos deportistas, que tienen que reinventarse tras una juventud dedicada al deporte. Ella regresó a Málaga con sus tres hijas después de que Antonio Gades, tras más de diez años de relación, la abandonase por la millonaria suiza Daniela Frey, según recuerda Vanity Fair. Vivían en Altea donde ella se dedicaba completamente al cuidado de sus tres hijas. Así que cuando el bailarín se marchó, Pepa Flores se mudó a Málaga, donde vivían sus padres y sus hermanos. Había salido siendo una niña para volver en contadas ocasiones y allí estableció su cuartel general, donde encontró la paz y la tranquilidad para intentar ser anónima. En Málaga conoció a su actual pareja, con la que lleva más de treinta años, casi tantos como lleva alejada de los focos

Se trata de Massimo Stecchini, un italiano once años más joven que ella conocido en la ciudad por ser el hijo del dueño de la pizzería Trastevere, la primera que abrió en la ciudad. Allí trabajaba de encargado. Junto a él Pepa Flores ha encontrado la estabilidad que tanto añoraba, y los dos disfrutan de los nietos de ella y de los largos paseos por Málaga, donde ya nadie la para por la calle y, la mayoría de sus vecinos, respetan su tan anhelado anonimato.