Marian Izaguirre: «Tengo debilidad por los personajes femeninos fuertes en épocas difíciles»

Montse García Iglesias
Montse garcía SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

PACO RODRÍGUEZ

Su nueva novela, «Después de muchos inviernos», está ambientada entre los 60 y 80 y aborda la identidad

23 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Un relato de una historia de amor interclasista entre los años 60 y 80 y un asesinato se funden en Después de muchos inviernos (Lumen), la nueva novela de la escritora vasca Marian Izaguirre (Bilbao, 1951). Un libro con múltiples guiños cinematográficos y no menos referencias literarias.

 -«Después de muchos inviernos» no se puede encasillar ni en el «thriller» ni en la novela de corte romántico. ¿Qué buscó?

-El juego de la verdad, las diferentes versiones de la verdad. Es una novela que está estructurada de manera que los dos miembros de una pareja, unos chicos muy jóvenes que se conocen en Bilbao, nos van contando cómo iba siendo su vida a lo largo de tres décadas, un capítulo él y otro ella. El desafío en la novela era empatizar con cada uno de ellos de manera que tanto yo como escritora como el lector le vayan dando la razón tanto al uno como a la otra, y le vayan quitando la razón a uno y a la otra. Ese juego es similar, porque van contando la misma vida pero, al mismo tiempo, es disonante porque salen cosas que el otro no comparte y versiones que el otro ni siquiera sabe que existen.

-Habla de versiones disonantes y, en su anterior novela, «Cuando aparecen los hombres», también hacía referencia a la construcción de la realidad. Henar y Martín, los protagonistas, a veces disienten en el relato sobre un mismo hecho. ¿Hasta qué punto construimos la realidad?

-Nosotros somos presente pero fabricamos pasados, es decir, explicamos las cosas que han ocurrido de la manera que más nos conviene a nuestra propia satisfacción, pero también para exculparnos, para no ser responsables, para entender las cosas que ocurrieron desde el punto de vista que en ese momento necesitamos para seguir adelante. Es decir, construimos pasados para seguir con la vida. En todas mis novelas planea el tema de la identidad.

-Henar no es el prototipo de mujer de los 60-70. Esta novela está impregnada de feminismo.

-Soy una mujer y no queda otra. Tengo debilidad por los personajes femeninos fuertes en épocas y situaciones difíciles, que son capaces de solventar las barreras que les ponen. Mis personajes femeninos son siempre mujeres que si se les cierra la puerta saltan por la ventana. Henar hace esto. Es una persona impulsiva, creativa, decidida...; por su parte, Martín tiene otras virtudes y otros defectos, pero, precisamente, la valentía no es una de sus virtudes.

-Una novela que está cerrada en los años 80, pero por cuestiones que aborda, como las heridas abiertas por el franquismo y esas situaciones machistas, en ocasiones, podría parecer que alude al 2019.

-Sí. Es muy triste que de repente encontremos que determinadas cosas de hace 40 años todavía tengan vigencia. Pongo a los personajes en la década de los 60 porque en aquella época las mismas reivindicaciones que puedan tener ahora las mujeres poseían un carácter muchísimo más grave: una mujer no podía tener una cuenta corriente, no podía sacar un pasaporte si su marido no lo aprobaba... Ver eso te dice que no estamos en la misma época, pero hay reivindicaciones que todavía no se han resuelto.

-¿Hay muchas Henares?

-Creo que mujeres valientes ha habido en todas las épocas de la historia de la humanidad. También digo que hubo épocas que han sido especialmente crueles con las mujeres. Quizás ahora no sea la época más cruel de las que podemos recordar, pero lo triste es que nunca puedes dejar de estar alerta. Siempre tienes que estar levantando la mano y diciendo: «Yo tengo derecho a esto también».

-Respecto a la literatura, en un momento, Martín dice: «Solo yo creía en mí como escritor». ¿Se sintió como él alguna vez?

-Yo exactamente no he sentido eso. Pero es un sentimiento que todos los autores reconocemos. Es una profesión solitaria e individual, lógicamente quien más arriesga, presenta y expone es el autor y, muchas veces -no sé si es el caso de todos, algunos o unos pocos-, hay autores que, efectivamente, piensan que están menos valorados de lo que merecen. Ese concepto yo lo he visto reflejado en muchísimas personas y, a lo mejor, secretamente, lo tenemos todos. Pero yo siempre he estado muy agradecida a los lectores, porque siempre he tenido un poco de reconocimiento en la medida en la que yo deseo moverme. He tenido novelas que se han traducido a diez idiomas, y aquí no tengo nunca dificultades para publicar una novela. Esta no es la realidad de muchos autores, puesto que pasan verdaderas dificultades.