Cristina García Rodero: «Cuando fotografío intento robar de la muerte momentos mágicos»

emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

Cristina García Rodero, con el presidente de la Academia, Manuel Quintana Martelo
Cristina García Rodero, con el presidente de la Academia, Manuel Quintana Martelo XOAN A. SOLER

La fotógrafa ingresó como miembro de honor en la Real Academia Galega de Belas Artes

15 dic 2019 . Actualizado a las 12:46 h.

«Cuando fotografío intento robar de la muerte momentos únicos, irrepetibles y mágicos para recordar, compartir y celebrar la vida». Así define su forma de trabajar Cristina García Rodero (Puertollano, 1949), desde este sábado miembro de honor de la Real Academia Galega de Belas Artes.

La fotógrafa, única persona de nacionalidad española que forma parte de la prestigiosa Agencia Magnum, Premio Nacional de Fotografía (1996) y Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes (2005), entre otros reconocimientos, destacó en su discurso de ingreso en la institución su fortísimo vínculo con Galicia al recordar, por ejemplo, que su primera oportunidad le llegó con la concesión de una beca de la Fundación Juan March cuyo jurado presidía Chamoso Lamas, un reto que asumió con solo 23 años y que cambió su vida, «Supuso el comienzo de mi etapa como reportera», recordó.

Quince años más tarde, aquella beca germinó en las series de España Oculta, un trabajo que le permitió recorrer todo el país, Galicia incluida. Que esta tierra la marcó queda claro con el dato de que el 30 % de las fotografías de su proyecto están tomadas en Galicia en momentos muy especiales, como el entroido de Laza -en donde se encontró «la verdad del carnaval, porque es realmente auténtico»-, la rapa das bestas, ceremonias, tradiciones religiosas, el mar y todo lo que lo rodea. También gestos cotidianos que la inspiraron durante toda su carrera, como sus conocidas imágenes de gente de todo el mundo con la boca abierta. «Con los años me di cuenta de que la boca abierta refleja mucho más que el aburrimiento, es el grito, el dolor, la alegría, la sensualidad, la sexualidad», explicó. 

La académica de honor tituló su discurso Transtempo, el mismo nombre de un libro que recoge fotografías tomadas en Galicia entre 1974 y el 2010 y que formaron parte de la exposición que se pudo visitar en el CGAC hace ocho años, museo en el que recibió el nombramiento de académica honorífica con una emotiva intervención sobre su amor por la fotografía y con el agradecimiento explícito por haber nombrado «a una mujer»: «Siempre es la emoción lo que me hace disparar. Son esas personas que te enamoran, que te golpean el corazón, que te hacen sonreír. También es todo aquello que te choca y te hace indagar, preguntar, contar historias y comunicarte con la gente». «Y el día en el que me aburra, dejaré de fotografiar», anunció. 

Trabajar con libertad

Esa cercanía con lo que ve desde la cámara es lo que lo que hizo que en Galicia surgiesen una parte importante de sus mejores obras: «Aquí supieron respetar mi forma de trabajar, dándome libertad desde su naturalidad y sencillez. Cuando trabajo me meto bastante en las casas, y pensaba que algún día me darían una torta, pero una vez en Grecia me dieron pan y queso. Para mí, venir a Galicia era irme con la ilusión de que había sacado un foto buena, porque cada vez que me encargan un trabajo sufro mucho, porque hacer una buena foto cuesta muchísimo».

El presidente de la Academia de Belas Artes, Manuel Quintana Martelo, destacó de García Rodero su poder «case máxico, que fai que un se pregunte en cada unha das imaxes como é posible captar ese momento, dando a impresión que todo elemento que comporta o seu plano fotográfico parece colocado de igual xeito que un director dirixe aos seus músicos».