«Música en 1853. La biografía de un año», obra de Hugh Macdonald, que viaja al esplendor de los grandes compositores del XIX

H.J.P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El músico francés Hector Berlioz (1803-1869), retratado por Pierre Petit en 1863. Berlioz es uno de los compositores por los que Macdonald siente predilección
El músico francés Hector Berlioz (1803-1869), retratado por Pierre Petit en 1863. Berlioz es uno de los compositores por los que Macdonald siente predilección Pierre Petit

22 nov 2019 . Actualizado a las 21:10 h.

No alcanza ni el año entero, apenas «unos diez meses que encajan más o menos en 1853». Ese es el objeto de esta peculiar biografía, a decir del propio autor, Hugh Macdonald, catedrático emérito en la Universidad Washington (San Luis, Misuri), por cierto, fundada en 1853. «¡Qué gran año!», festeja el musicólogo británico Macdonald (Newbury, Berkshire, 1940), reconocido especialmente por su trabajos sobre el siglo XIX y que centra aquí su mirada en 1853, observado, explica, «a través de las vidas entrecruzadas de algunos de los músicos más importantes de la época». Su elección temporal, aclara, obedece a que se trata de «un período inusualmente pródigo en acontecimientos importantes en los que participan los principales miembros del deslumbrante elenco de la música del siglo XIX». Chopin, Mendelssohn y Donizetti, prosigue, habían muerto, pero «Berlioz, Liszt y Verdi se encontraban en el apogeo de sus facultades», Wagner preparaba «una hazaña extraordinaria» y una nueva generación, encarnada por Brahms, daba «sus primeros pasos hacia la fama». La creación musical estaba experimentando en aquella época una profunda metamorfosis: «El romanticismo no dejó de ser el estilo dominante, pero entró en su etapa final y dio lugar al nacionalismo, al realismo y a muchos otros ismos. Macdonald asume el influjo de las fuerzas abstractas, pero se propone en su ensayo reintegrar el mérito de los avances «a la inventiva y el talento de los individuos, especialmente a la extraordinaria pléyade de compositores y escritores que seguían en activo a mediados del siglo XIX», algunos de ellos verdaderos titanes por capacidad de trabajo, creatividad y genio. Para que se diera este rutilante amanecer fue fundamental que convergiesen abundantes procesos culturales y una serie de condiciones materiales -sobresalen el servicio postal y el ferrocarril-, que favorecieron unas fructíferas relaciones entre autores.