El «Lazarillo de Tormes», traducido, en edición bilingüe, por fin al gallego

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El catedrático Alfredo Rodríguez López-Vázquez, retratado este lunes en su despacho con un flamante ejemplar recién salido de la imprenta del «Lazarillo de Tormes» en versión bilingüe gallego-castellano
El catedrático Alfredo Rodríguez López-Vázquez, retratado este lunes en su despacho con un flamante ejemplar recién salido de la imprenta del «Lazarillo de Tormes» en versión bilingüe gallego-castellano ÁNGEL MANSO

Un equipo de la Universidade da Coruña, dirigido por el catedrático Alfredo Rodríguez López-Vázquez, «rescata» la versión perdida de Amberes de 1553 para fijar el texto

08 oct 2019 . Actualizado a las 13:24 h.

«¿Que por qué traducir al gallego el Lazarillo de Tormes? Bueno, es que solo el mero hecho de que no lo estuviera era una cuestión bastante preocupante», asegura Alfredo Rodríguez López-Vázquez, catedrático del área de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la UDC (Universidade da Coruña) y director del proyecto, que implicó a la doctora en Traducción e Interpretación Iria Sobrino y a los filólogos Pablo Cano e Iván Enríquez.

«En otras lenguas esto se había resuelto hace tiempo, es el caso por ejemplo del vasco y el catalán», incide Pilar Couto, coordinadora del grupo de investigación Dilec (Didáctica de las Lenguas y Culturas) de la UDC, que desarrolló el trabajo en colaboración con el Centro Ramón Piñeiro. Ambas entidades presentan este martes (19 horas) la primera edición bilingüe gallego-castellano del Lazarillo. Será en un encuentro en la sede central de la Real Academia Galega, en la coruñesa calle Tabernas.

Lo extraordinario del libro no es solo que el Lazarillo hable por fin gallego, sino también las fuentes a las que ha acudido Alfredo Rodríguez para fijar el texto de esta versión, que elude los caminos que se siguen habitualmente. Para ello recupera una copia de Amberes desaparecida y que data de 1553, es decir, un año anterior al de los cuatro ejemplares diferentes que se conservan -Alcalá de Henares, Burgos, el de Amberes del impresor Martín Nucio y el impreso en Medina del Campo (hallado en 1992 en un zulo de una casa del pueblo pacense de Barcarrota).

Aribau y Rivadeneyra

Evidentemente, el libro sigue perdido, pero Alfredo Rodríguez recurrió a un excelente intermediario: la edición de 1846 preparada por Buenaventura Carlos Aribau para la colección Biblioteca de Autores Españoles del impresor catalán Manuel Rivadeneyra, y realizada sobre dos textos distintos: uno de 1553 de Amberes (incluso habla de que maneja dos copias en formatos físicos distintos, en octavo y en dieciseisavo) y otro de 1554, la citada de Martín Nucio. Alfredo Rodríguez asegura que se puede rastrear perfectamente la copia de 1553 en el trabajo de Aribau conociendo como él conoce las de 1554 y la traducción francesa que se basó en un original del 53.

Rodríguez disiente asimismo sobre la datación de la obra, que suele colocarse entre 1552 y 1553. Él da credibilidad absoluta a Juan Pérez de Guzmán y Boza -duque de T’serclaes, importantísimo bibliófilo y coleccionista de finales del siglo XIX e inicios del XX-, que en sus notas asegura haber estado en posesión de una copia de 1550, que después regaló a su hermano gemelo, Manuel, marqués de Jerez de los Caballeros, como ayuda cuando este se arruinó.

«El relato tiene todos los visos de ser real, ¿qué necesidad tenía de mentir un eminente experto y hombre bien situado como él, con la impresionante biblioteca que poseía?», dice Rodríguez. La situación económica del marqués lleva a pronosticar al profesor que el libro aparecerá en un futuro en alguna biblioteca estadounidense, porque está claro que el hermano lo utilizó para tratar de superar sus apuros.

La Santa Inquisición

El problema del Lazarillo es que han llegado a los días actuales muy contadas copias, porque después de 1554 no se volvió a editar en España, aunque la persecución oficial de la censura no se hizo efectiva hasta 1559, y, por supuesto, los ejemplares existentes terminaban en la hoguera. «Era un libro prohibidísimo. La ortodoxia cristina del concilio de Trento no tragaba con el Lazarillo. La Santa Inquisición cercenó todo el episodio del vendedor de bulas falsas y ocho párrafos enteros con diversos aspectos que no les hacían gracia alguna», cuenta el catedrático.

Fue así como en 1573 llegó a la calle el Lazarillo de Tormes castigado (impreso con licencia del Consejo de la Santa Inquisición). Y así estuvo nada menos hasta 1834, cuando fue indultado por los liberales, en plena primera guerra carlista. No será, sin embargo, hasta 1900 cuando el hispanista francés Raymond Foulché-Delbosc restituya y fije el texto de 1554, el que se acabó imponiendo.

Qué decir de la segunda parte del Lazarillo, prosigue Rodríguez, a la que la censura consideró inaceptable: «Encerraba una crítica furibunda a la corrompida Administración de la Justicia», explica. Y eso que se mueve en un tono fantástico que no asoma en la primera, mucho más realista. «Mira si habrá un salto notable que la primera es a la segunda un poco como Robinson Crusoe a Los viajes de Gulliver», subraya el profesor para corroborar: «Como que el Lazarillo se transforma en un atún cuando naufraga el barco en el que viajaba a Argel para incorporarse al combate».

«No son solo las andanzas de un pícaro, es un libro ideológico»

Más allá de que todos acepten que el Lazarillo es una obra de primer nivel, no se puede avanzar en su comprensión -advierte Alfredo Rodríguez López-Vázquez- si no se asume que «no son solo las aventuras de un pícaro, es un libro ideológico, muy crítico con la sociedad de entonces, aunque también resulte divertido», concede. Sobre la segunda parte, que ve como «una auténtica bomba, intolerable, para el concilio de Trento», anota que confirma el espíritu afín a la ética protestante más cercana a Calvino -francés asentado en Suiza, vecina del Franco Condado español- que al alemán Lutero.

Es otra de las razones que encajan en el perfil de Francisco de Enzinas, amigo de relevantes figuras protestantes y a quien Rodríguez atribuye la discutida autoría del Lazarillo, y no solo porque su padre traficase con bulas. Apunta también el profesor que otra de las continuaciones del Lazarillo, escrita por Juan de Luna, fue publicada en París en 1620 por un editor protestante. «¿Por qué a los protestantes les gusta tanto el Lazarillo?», se pregunta.

Estas y otras cuestiones responderán el jueves y el viernes reputados especialistas en el simposio internacional El Lazarillo y sus continuadores, que acoge y organiza la Facultade de Ciencias da Educación de la UDC.

-Presentación del libro, martes 8 de octubre

Sede central de la Real Academia Galega

La primera edición gallega del «Lazarillo de Tormes» se presenta esta tarde (19 horas) en la sede de la Academia Galega.

-Simposio, jueves 10 y viernes 11.

Facultade de Ciencias da Educación de la UDC

La Facultade de Ciencias da Educación de la UDC acoge el simposio internacional «El Lazarillo y sus continuadores».