Decepcionante goleada brasileña en San Sebastián con «Pacificado»

josé luis losa SAN SEBASTIÁN / E. LA VOZ

CULTURA

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«La trinchera infinita» recibe premios muy inflados para sus directores y su guion

29 sep 2019 . Actualizado a las 18:10 h.

Era realmente compleja -una tarea de Hércules- la de hallar una Concha de Oro satisfactoria en esa cosecha perdida de 16 películas que han conformado la sección oficial de este festival. En esta 67.ª edición había, sí, una obra poderosa, fallida pero arrebatadora en sus errores: era Zeroville, de James Franco. Y es justo la que apartaron del concurso por haber dado dopaje de estreno comercial en Rusia. Échenle la culpa a Putin. Claro, de entre las restantes ha tenido que salir una como por descarte.

Y es una muy mala opción, la irrelevante Pacificado, que parte de la propuesta -de principio, un oxímoron- de meter la cámara de una major como la Fox en una favela de Rio y pretender que algo de lo que ahí se cuenta suene a verdad y no a cine plano y desarticulado. El hecho de que la produzca un divino de la muerte como Darren Aronofsky no debe llamar a engaño. No hay personalidad ni sello de agua o de sangre algunos en esta Concha de Oro más de tristeza e indiferencia que de saudade. Pero es que el jurado presidido por Neil Jordan -tan memorable hace tres décadas; tan caduco hoy- parece haberse enamorado de la engañifa brasileña. Y le han dado el paseo triunfal por todo el palmarés, premiando a su actor, Bukassa Kavengel y a su fotografía empastelada.

Pacificado la dirige un norteamericano paracaidista de la Fox llamado Paxton Winters. Este hombre aterrizó en Río -como podría haberlo hecho en Manila- para situar su filme en el estado de excepción en esas villas miseria durante los Juegos Olímpicos. Allí donde deberían latir las pulsiones de la supervivencia, del intento de redención, de las leyes del más fuerte, lo que nos topamos es una obra descomprometida, una marca blanca. Es cine que exige pringarse hasta la frente en el microcosmos marginal donde no se sumerge, pero Pacificado se limita a flotar: etérea, casi nívea. Yo ya la había olvidado pero les aseguro que estuve allí. Y la escucho ahora, arrasando por goleada en un resultado que hace honor al mal juego visto en el concurso de esta 67.ª edición.

Irregular «Próxima»

La plata en el orden de premios se la lleva la irregular Próxima, el filme francoalemán de Alice Winocour, una tramita de autoescuela espacial, con una astronauta (Eva Green) que participa de una misión aeronáutica y soporta a un machista Matt Dillon de jefe de misión. Posee un arranque prometedor pero termina como inconsistente asunto de recluta con niña.

Arregi, Garano y Goenaga fueron Concha de Plata por «La trinchera infinita»
Arregi, Garano y Goenaga fueron Concha de Plata por «La trinchera infinita» VINCENT WEST | Reuters

Sale reforzada del palmarés La trinchera infinita, el drama de 150 minutos con Antonio de la Torre como topo durante 30 años de franquismo. Premian a sus tres directores -insólito pluralismo-, los vascos Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga. A mí su película me disgusta menos que las dos anteriores -Loreak y Handía- pero el talento creativo que poseen estos tres cabe en un Simca 1000. Ellos, no lo sé. Y el jurado se corona dándole mejor guion a una historia que -forzada por su metraje- está plagada de truculencias que hacen que el hombre del zulo suba y baje como un ascensorista. Que no se respete el punto de vista oblicuo y oscuro que la película pide para perderse en continuas matrimoniadas con De La Torre y Belén Cuesta. Y que las transiciones de décadas en la oscuridad suenen mucho a desenfadado Cuéntame.

Hoos y Greta Fernández (derecha), premiadas como mejores actrices
Hoos y Greta Fernández (derecha), premiadas como mejores actrices VINCENT WEST | Reuters

Greta Fernández y Nina Hoss, premio sabio y compartido para dos excelentes actrices

En ese palmarés que me genera casi total desarraigo (ha dejado fuera al mejor filme en competición, la mexicana Mano de obra) y que me suena a una concepción del cine más postiza que un tupé hay un premio que -sin embargo- honra a quienes lo entregan. Supongo que mucho habrán tenido que ver las dos actrices eminentes del jurado, las argentinas Barbara Lennie y Mercedes Morán. A ellas atribuyo ese premio ex aequo para la joven Greta Fernández -que restalla veracidad y un dolor salido de las entrañas pero muy contenido hasta su bellísimo y desolador plano final de La hija de un ladrón, de Belén Funes- y para la consagrada Nina Hoss, esa descomunal actriz alemana que hace crecer a una de las pocas películas notables de la sección oficial, The Audition, que también aborda las insanias y los traumas de una profesora de violín y su rara familia. Y euforiza mucho este premio a Nina Hoss porque -además- su ya larga y gloriosa carrera, con obras tan cenitales como Phoenix, no había recibido hasta ahora ningún premio en un festival internacional importante fuera de Alemania

Creo que las carencias de la que es clave de bóveda de un festival clase A, su sección competitiva, agravadas este año, deberían invitar al equipo del certamen a replantearse el gigantismo de secciones como Perlas… de otros festivales. Y a batirse en esa dura forja donde los gigantes se llaman Cannes, Venecia y Toronto, con un Berlín renovado. Precisamente de la inflaccionada sección Perlas sale revigorizada O que arde, que recibió el Premio de la Gipuzcoa Film Comission.