
La novela escrita por el periodista garantiza la diversión del lector con la primera y refrescante aventura de su detective becario Jordi Viassolo
26 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Barcelona está en la uvi. Asediada por los excesos del turismo masivo, los pisos de arriendo vacacional y la presión inmobiliaria, tensionada por el proceso soberanista, con las calles tomadas cada dos por tres por tirios y troyanos, por si no era suficiente, la violencia y el crimen parecen haber hecho presa de la ciudad. En los últimos días, la crónica de sucesos se ha cebado con un lugar que había sido ejemplo de convivencia, modernidad y civismo. Necesita oxígeno con urgencia.
No va a arreglar tales problemas, pero el debut literario del periodista Eduard Palomares (1980) viene a señalar el camino. Con gran frescura, No cerramos en agosto es una novela negra que no olvida el poderoso legado de Manuel Vázquez Montalbán y Francisco González Ledesma -tampoco desconoce a Eduardo Mendoza y Carlos Zanón-, pero que sobre todo actualiza los códigos con un desenfado, una sencillez y un sentido del humor que contribuyen gratamente a desengrasar el ambiente.
Palomares inventa a un detective de los tiempos de hoy, un trabajador en prácticas que asume su condición, que encaja dignamente la precariedad laboral, los contratos basura, el encarecimiento de los alquileres, que, a sus 25 años, vive como un estudiante, come pizza congelada, bebe vino peleón comprado en cualquier paki y practica el botellón. «Ojalá pudiera explicar que me doy un homenaje al estilo de Pepe Carvalho en Casa Leopoldo o de Salvo Montalbano en alguna trattoria siciliana», señala para admitir sin ambages que su presupuesto para cenar no llega a 15 euros.
Jordi Viassolo es el nuevo becario de una agencia de detectives barcelonesa -consultoría de inteligencia y seguridad, le corrige la propietaria, Marina del Duque-, un millennial inseguro al que ayudará el investigador Recasens, que le ofrecerá un jugoso contrapunto en su respeto al arquetipo clásico del más cínico y socarrón private eye. Diversión garantizada.