Noela Lonxe: «Cuando pienso en Galicia me tengo que recordar que no somos una isla»

Xesús Fraga
Xesús Fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Además de una novela en español, Noela Lonxe también escribe poemas en inglés
Además de una novela en español, Noela Lonxe también escribe poemas en inglés Gael Herrera

La autora gallega, afincada en San Francisco, publica «Pan de bruja», una obra sobre la familia y el desarraigo

14 ago 2019 . Actualizado a las 00:02 h.

Noela Lonxe es el nombre literario de Noela Fernández-Albor Batallán, que acaba de debutar en la novela con Pan de bruja, publicada por Caligrama, el sello de publicación personalizada de Penguin Random House. La autora, nieta de Gerardo Fernández Albor, ha escrito una historia sobre la familia y las mujeres, el desarraigo y Galicia, desde San Francisco, donde vive con su pareja, Meric Long, vocalista y guitarra del conjunto indie The Dodos.

-Vive en San Francisco, la protagonista de su novela regresa a Galicia desde Londres y su apellido literario es Lonxe. ¿Cuánto influye la distancia para escribir?

-Influye mucho. Me interesa especialmente la psicología de los retornados. Gente que se queda en una especie de limbo sociocultural, incluso lingüístico. Que nunca llegan a ser del todo de allá, pero dejaron de ser de acá.

-Describe una Galicia a través de los sentidos que remite al mar.

-Cuando pienso en Galicia, a menudo me tengo que recordar que no somos una isla. He pasando grandes partes de mi infancia al lado del mar. Pienso que, cuando se crece cerca del mar, este adquiere una cualidad casi mitológica en el subconsciente. También creo que tiene una capacidad multisensorial de envolverte absolutamente. Si estás cerca del mar, es imposible ignorarlo.

-«Pan de bruja» es una historia con gusto por lo fantástico pero en el fondo narra una búsqueda?

-Es, desde luego, una historia de búsqueda. La protagonista vuelve de Londres desubicada, con la sensación de haber fracasado y sin mayores planes a corto o largo plazo. De alguna manera, lo que le pasa a su hija es un salvavidas para su propia identidad. En última instancia, es el viaje del héroe: el recorrido circular que te lleva al mismo sitio, pero cambiado, irremediablemente, por la experiencia del viaje.

-El matriarcado, el Alén, las apariciones, también forman parte de un abanico de tópicos sobre Galicia. ¿Cómo abordar y a la vez evitar los clichés?

-Es algo que no me planteé demasiado. Habiendo escrito esta historia desde la distancia, gran parte del imaginario provino del recuerdo, y creo que el recuerdo es parcial de necesidad. Además, tengo una buena relación con los clichés. Pienso que, cuando llevas muchos años fuera, los clichés te ayudan a sentirte arraigado, probablemente más que las sutilezas propias de cada cultura.

-La abuela de la protagonista es una presencia importante. ¿Es también un homenaje a esa generación que está desapareciendo?

-Los personajes que más he disfrutado creando en esta novela han sido las viejas. Yo misma me crié entre ancianas y les tengo absoluta devoción a esas señoriñas galegas. Todo (lo poco o mucho) que aprendí sobre fortaleza humana, inteligencia emocional, resiliencia, sentido del humor…se lo debo a esas mujeres que parece que llevan siendo viejas veinte o treinta años. Además de que son enciclopedias andantes para documentarme en historias del más allá. Todavía me queda mi abuela por parte de padre, y la atesoro como un diamante.

-También escribe poemas en inglés. ¿Cómo es su relación con la literatura?

-Cuando tuve a mi hija, decidimos que nos compensaba económicamente que uno de los dos se quedase en casa con ella, ya que las guarderías y niñeras son prohibitivas en la Bahía de San Francisco. Durante ese tiempo, escribir durante sus siestas, o simplemente cavilar sobre mis escritos en el tiempo muerto de los parques infantiles, me ayudó a mantenerme a flote. En cuanto a la poesía, ese fue mi primer medio para expresarme, desde que recuerdo. De hecho, mis diarios de infancia y adolescencia están escritos en forma de poemas. Cuando me enamoré de un norteamericano, comencé a escribirle poesía en la lengua que él entendía. Desde entonces, no he conseguido volver a escribirlos en castellano, o gallego. Es extraño… es como que el inglés me permite una distancia del texto que me ayuda a limar lo superfluo. Encuentro más libertad al tener menos bagaje semántico con una lengua que no es la materna.

-¿Y en qué medida le ha influido su entorno familiar como autora?

-Te puedo decir que haberme casado con un músico de música independiente me ayudó a decantarme por la autopublicación. Con esta novela, ni siquiera me planteé ir por la vía tradicional porque quería la misma libertad que veo que Meric [Long] tiene con su música. Desde la portada al texto, cada decisión ha sido mía al 100 %. Si él hubiese sido un artista más mainstream, quizás hubiese sido más propensa a buscar esa validación y ayuda externa. Pero él me animó a guisármelo y comérmelo yo misma.