Toni Morrison: «Creo en la conciencia moral, la resistencia y la rebelión»

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA VOZ / MADRID

CULTURA

La escritora afroamericana, durante la entrevista con La Voz realizada en Madrid en mayo del 2004
La escritora afroamericana, durante la entrevista con La Voz realizada en Madrid en mayo del 2004 BENITO ORDÓÑEZ

Tras cinco años de silencio, la autora afroamericana volvió en el 2004 con su novela «Amor». Con ella visitó entonces España. Reproducimos la entrevista con la escritora que La Voz publicó el día 22 de mayo en su suplemento Culturas

06 ago 2019 . Actualizado a las 19:12 h.

Comprometida como siempre con los más débiles, enérgica, vital, de aspecto imponente con su melena gris rizada a lo afro, muy crítica con Bush, Toni Morrison ha viajado por primera vez a Madrid para presentar su octava novela, Amor, que ha publicado tras cinco años de silencio. «Creo en la conciencia moral, la resistencia y la rebelión», afirma combativa esta escritora y profesora de Humanidades en Princeton, que considera que «el mundo está a merced de la fuerza». A sus 73 años, la autora de La canción de Salomón, nacida en Lorain (en el profundo Ohio) en el seno de una familia humilde, asegura que nunca dejará de escribir y se muestra orgullosa de haber creado nuevos lectores que no existían antes. «Ahora hay mucha más gente que quiere leer literatura afroamericana», afirma la ganadora de los premios Pulitzer, por Beloved (1988), y Nobel de 1993, cuyo verdadero nombre es Chloe Anthony Wofford. Considerada por algunos la conciencia nacional de EE.UU., Harold Bloom la ha criticado como quintaesencia de lo políticamente correcto.

-Su novela se llama «Amor», pero trata del odio. ¿Por qué esa aparente contradicción?

-No es realmente una contradicción porque el amor y el odio están muy cerca el uno del otro. La relación de odio puro y sostenido es muy parecida a su contraria, la relación de amor. Aunque este es mucho más complicado, variado e interesante que el odio, que es una versión limitada del amor.

-¿El odio tiene algo de amor no correspondido?

-Tiene que ver con el deseo, con la pérdida de la capacidad de amar al otro. Sólo odiamos las cosas que podríamos amar, las cosas más cercanas a nosotros, las que más se nos parecen.

-El odio es el motor de la vida de las dos protagonistas de «Amor». ¿Qué pasa cuando el odio se convierte en lo más importante de la existencia?

-Que desperdicias tu vida, igual que lo hicieron ellas. Su enfado, su ira es realmente la ira de haber perdido el amor entre ellas. Piensan que se odian pero lo que realmente odian es el abandono de su amor original. En el fondo se aman tanto que están dispuestas a vivir juntas durante décadas aunque no se hablen.

-¿El odio se ha apoderado del mundo?

-El odio ahora está fabricado por los políticos o por personalidades religiosas. Con un propósito que tiene que ver con los recursos, la tierra, el poder y la codicia. El odio es fácil, no requiere mucho trabajo y parece natural, aunque no lo es. Es intelectualmente débil, pero requiere de una cierta ferocidad y emoción. Por eso es atractivo.

-Usted es una escritora lenta. Ha tardado al menos tres años en escribir sus novelas. ¿Puede describir cómo es su trabajo previo a la creación, cómo se documenta?

-Sí, la elaboración de una novela me lleva mucho tiempo. Primero me centro en una idea muy atractiva, vivo con ella durante un tiempo para ver si tiene la sufi ciente fuerza para plantear las preguntas que quiero hacer. Tengo que examinar si puede funcionar la situación, la ubicación, si los personajes pueden dar vida a ciertos aspectos que quiero tratar. Tengo que hacerlo antes de empezar a escribir.

-Por ejemplo, ¿cómo se documentó para escribir «Amor»? ¿Habló con mucha gente?

-Nunca hago entrevistas ni hablo con nadie, porque la parte más apasionante de escribir para mí es la imaginación, con el apoyo de la investigación histórica. Necesito la fantasía, no consulto nada, excepto algunos hechos. Inventar es maravilloso, prefiero inventarme los personajes, no partir de personas conocidas.

-Las imágenes de las torturas practicadas por soldados estaounidenses en Irak han conmocionado al mundo. ¿Qué piensa de la guerra contra Irak?

-La guerra es despiadada, temeraria, es un desastre. La tortura es algo perverso, nauseabundo. Deberíamos estar profundamente avergonzados, pero la vergüenza no es suficiente. No es algo nuevo, pero ahora la humanidad es más humanitaria y Estados Unidos tiene un sentido de superioridad que le lleva a considerarse más moral que los demás países. Esta terrible y descarada violación de los derechos humanos ha sido perpetrada por un país que dijo que hacía la guerra para desprenderse de un hombre muy malvado. Con esto se derrumba el edificio de toda esta empresa. Si nos tenemos que comparar con Sadam, se supone que somos mejores...

-¿Qué opina de Bush?

-Él se describe de dos maneras. Dice que tiene una relación muy especial con Dios y que una vez que toma una decisión no negocia consigo mismo. Las dos frases son ilustrativas de cómo piensa de sí mismo como líder: es profundamente religioso e infl exible y tozudo. Quiere parecerse a un mito desgraciadamente muy conocido en Estados Unidos, el del hombre fuerte que está más allá de la ley y que es, a la vez, justo, santo y sentimental.

-¿Qué está suponiendo su política para Estados Unidos?

-Es extremadamente conservador, está incluso a la derecha de los conservadores. Su agenda política es nefasta para EE.UU., es retrógada y represiva. En politica exterior sólo hace alianzas con líderes derechistas.

-¿Entonces votará a Kerry?

-A cualquiera que no sea Bush. Kerry es el nominado.

-¿Está habiendo un retroceso de las libertades en su país?

-Sí. Los derechos civiles y las libertades se están erosionando lentamente y, a veces, muy descaradamente desde antes del 11-S. Se han limitado las libertades de palabra, de viajar, de reunión.

-Pero después del 11-S ha sido peor.

-Ahora tiene legitimidad. En lugar de abrirse a otros países y negociar con ellos tras los atentados, Bush hizo lo contrario, y explotó lo que había pasado para acelerar su proyecto de ser el policía del mundo.

-¿Es un regreso a la época de McCarthy?

-Sí. Yo era muy joven entonces, estaba en la universidad, pero recuerdo que se condenaba por disentir. EE.UU. ha retrocedido a la época medieval, el sueño americano se ha convertido en pesadilla. Lo que está pasando es irracional y muy peligroso. En la Edad Media había torturas, pero no existían los medios que hay ahora para difundirlas. Es terrorífico.

-¿Cómo han reaccionado los intelectuales estadounidenses?

-Finalmente se están despertando, se habían quedado atónitos ante lo que sucedía, no se lo podían creer. Al principio callaban, pero algunos han comenzado a hablar, a contrarrestar el control conservador de los medios.

-¿Cómo recuerda el día que le concedieron el Nobel?

-Me llevé una tremenda sorpresa. De tal calibre que cuando me llamaron a las seis de la mañana desde Estocolmo para comunicármelo, no lo creí y colgué el teléfono.

-¿Cómo la ha cambiado el Nobel que obtuvo hace once años?

-Tengo más exigencias, me dispensan más atención, se me pide hacer cosas que no quiero hacer, como representar a grandes grupos de personas. El Nobel fue una plataforma para tener más lectores, pero éstos no lo son todo. Quiero centrarme en mi trabajo y eso lo estoy pudiendo hacer igual que antes.

-Usted ha afirmado que comenzó a escribir para dar voz a los que no la tenían. ¿A quiénes?

-Fue el silencio el que me hizo querer llenarlo mediante la escritura. Quise dar voz a personas como yo, mujeres, pobres, negros. Pero la literatura para mí es también el único lugar en el que nadie me dice lo que tengo que hacer, en el que me siento totalmente libre y no admito órdenes de nadie.

-La memoria juega un papel fundamental en su obra.

-Escribo para recordar, pero no para reescribir la historia, sino para interrogarla y cuestionarla, analizar el pasado, ver lo que pasó y corregir los errores. Tenemos que estar constantemente mirando atrás. La fi cción enseña a entender mejor la vida.

-¿Ha leído a algún autor español contemporáneo?

-Lo siento, pero no. Bueno, he leído a Saramago. Pero EE.UU. es un país muy insular, que no quiere saber nada de Europa, porque está convencido de que es el mundo.

-Harold Bloom la ha criticado mucho por ser una expresión de lo políticamente correcto. ¿Qué opina de ello?

-Estoy cansada de responder esta pregunta. Bloom ha dedicado mucho tiempo a estudiar a Shakespeare y ¿hay algún escritor más político que él? Cualquier artista vive en el mundo y debe ser consciente de la política.