Joan Baez se despide de los escenarios cantando a Rosalía de Castro

Pablo Gracia MADRID / EFE

CULTURA

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La artista celebró su último concierto en Madrid con un repertorio de temas clásicos propios y de autores como Dylan, Paul Simon o Leonard Cohen

29 jul 2019 . Actualizado a las 16:25 h.

Joan Baez, icono de la canción protesta, se despidió este domingo de los escenarios en el Teatro Real de Madrid interpretando sus grandes clásicos, en un concierto que rebosó nostalgia y contenido reivindicativo. 1.750 personas, el aforo completo del Real, dijeron adió a una de las voces más influyentes del siglo XX, a una cantante que trascendió el mundo de la música para convertirse en un referente del activismo político. Una artista que además de interpretar durante décadas himnos legendarios de llamada a la no violencia, encabezó eventos históricos como la marcha sobre Washington de 1963 por los derechos civiles, junto a Martin Luther King, o el mítico festival de Woodstock en 1969, al lado de figuras como Janis Joplin, Carlos Santana o Jimmy Hendrix.

Dice Baez que su voz no da para más, que sus cuerdas vocales están «cansadas» y, tras 60 años conquistando el corazón de varias generaciones, ha decidido poner punto final a su carrera con una gira, Fare Thee Well Tour, que ha cerrado con cuatro conciertos en España (San Sebastián, Sitges, Sant Feliu de Guíxols y su última actuación este domingo en la quinta edición del Universal Music Festival en el Teatro Real de Madrid). Puede que su voz no sea la de antaño, pero la neoyorquina ha puesto el broche a su carrera con un concierto mágico, histórico, en el que ha echado mano de gran parte de los clásicos que la convirtieron en un símbolo de la paz y de la defensa de los derechos humanos.

Baez apareció en el escenario pasadas las nueve y media de la noche, acompañada de su guitarra, con pelo blanco y ataviada con chaqueta blanca, pantalones negros y pañuelo rojo, un complemento que no renuncia a esa estética hippie con la que siempre se la identificó. Arrancó con Don't Think Twice, It's All Right, ese símbolo del folk que firmó Bob Dylan, con quien la trovadora de Staten Island formó uno de los tándems más icónicos de la historia de la música. La sombra de Dylan siguió planeando sobre el auditorio con temas como It Ain't Me Babe o Forever Young, y fue precisamente Diamond & Rust, ese himno descarnado que Baez dedicó a su relación sentimental con el músico de Minnesota, una de las canciones que más ovaciones desató entre los asistentes.

Baez decidió cerrar su carrera en Madrid y la cantante adecuó su repertorio para la ocasión con varios clásicos en español como la imprescindible Gracias a la vida, la popular canción de Violeta Parra que dio título al decimosexto álbum de Baez, o Llegó con tres heridas, el poema de Miguel Hernández que la neoyorquina ha hecho suyo para deleite de un público superado de emoción con la propuesta. Fue en ese contexto español donde Baez reservó la mayor sorpresa de la noche, cuando invitó al escenario al cantautor Amancio Prada para interpretar junto a la estadounidense Adiós ríos, adiós fontes, el poema de Rosalía de Castro que tanto éxito le ha dado al creador leonés. Baez acompañó a Prada apoyada por la letra en un papel y el cantautor lo agradeció con un «gracias por cantar a Rosalía, por hacer tuya esta canción».

Antes ya habían llegado himnos con marcado carácter político como Deportees, que Baez dedicóo «a todos los refugiados en el mundo», un guiño que provocó una enorme ovación. Tras Catch the Wind, Baez recordó al público que este era el último concierto de su vida y recibió como respuesta un sonoro I love you que la cantante agradeció.

Baez, que estuvo acompañada de su hijo Gabriel en la percusión (potentísima su actuación en el ecuador de Turn Me Around) y por Grace Stumberg en los coros, puso en pie varias veces al Real con temas legendarios como House of Rising Sun -acompañado por un maravilloso solo de contrabajo- o Suzanne, ese tributo a Cohen queenloqueció al auditorio ya desde sus primeros acordes. Para el epílogo, lo mejor: Imagine (de Lennon), The Boxer (Paul Simon), Donna, Donna... En el último tramo apareció ese icono de la lucha sindicalista que es No nos moverán, un himno con el que el Real se desató definitivamente.