La Voz ofrece este domingo «Águila de Blasón»

x. f. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

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Las «Comedias bárbaras» son una de las obras más significativas de Valle-Inclán y que giran en torno a otro de sus personajes más importantes, Juan Manuel Montenegro. La Voz ofrece la pieza central de la trilogía, «Águila de Blasón», a sus lectores por 2,95 euros.

20 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En toda la obra de Valle-Inclán, tan rica en personajes, hay tres que son fundamentales: Max Estrella, protagonista de Luces de Bohemia; el marqués de Bradomín, del ciclo de las Sonatas; y don Juan Manuel Montenegro, en torno a quien figuran las Comedias Bárbaras. «Son personajes emblemáticos, que casi tienen vida propia, con su historia y su prehistoria», resume Margarita Santos Zas, directora de la cátedra Valle-Inclán y a cuyo cuidado ha estado la edición de Águila de blasón, la pieza central de las Comedias Bárbaras. El volumen se puede adquirir este domingo con La Voz, por 2,95 euros más el cupón en el lomo del diario, dentro de la colección que el periódico y la Cátedra dedican al escritor gallego.

Águila de Blasón es pieza central de la trilogía, entre Cara de Plata y Romance de Lobos, aunque fue la primera en publicarse. «Se nota es que la primera», explica Santos. «Valle-Inclán hizo muchos ensayos antes de publicarlo como libro, en la prensa, donde aparecieron diferentes fragmentos y pasajes. Se ve que hay un esfuerzo por buscar una fórmula, una especie de tour de force con los textos», añade. Un esfuerzo del que luego se beneficiarían Romance de Lobos y Cara de Plata, volúmenes a los que tuvo que dedicar menos tiempo.

De los muchos atractivos que tienen las Comedias Bárbaras, y entre los que se podrían citar desde la riqueza del estilo hasta la importancia de un período concreto de la historia de Galicia en la historia, el de su personaje central no es en absoluto menor. Don Juan Manuel Montenegro encarna la desaparición de un mundo, el del Antiguo Régimen, con sus hidalgos y mayorazgos, y la llegada de una nueva burguesía, capitalista, simbolizada en sus hijos. Así, en una sola familia Valle-Inclán concentra el drama de una transformación social: el conflicto entre padres e hijos es también el que se da entre el individuo y la sociedad.

Como en otras obras de Valle-Inclán, el escritor crea una obra que traspasa tiempos y fronteras, a partir de una historia muy enraizada en un lugar y una época concretas. En este caso, Galicia. «Los nombres, los comportamientos, las fórmulas expresivas, los refranes, todo. Todo es gallego, muy gallego», enumera Margarita Santos, que también añade el humor a esta relación. Y Valle no toca de oídas, sino que tiene una experiencia directa: en Galicia los mayorazgos se prolongaron hasta 1923 y lo que describe el escritor nace de sus vivencias infantiles, en las que idealiza ese mundo antiguo de los hidalgos que ya no puede competir a causa de la pérdida de su poder adquisitivo con el ascenso de la burguesía.  

Don Juan Manuel Montenegro: un gran señor atrapado entre dos mundos

Margarita Santos habla de don Juan Manuel Montenegro como un personaje complejo y sumamente atractivo para lector, espectador y, claro está, también un actor. «Es un gran señor, un gran vividor, un gran comedor, un hombre que ejerce el derecho de pernada, pero es generoso, con un sentido del honor muy marcado, con un sentido del patrimonio personal y familiar, alguien que concibe la realidad en la que cada uno desempeña una función social: él es amo, padre y juez», describe. Son papeles, los tres, en los que fracasa, en esa conjunción dramática de lo personal y lo colectivo. Lo han encarnado grandes intérpretes como Fernando Rey o Luis Prendes, pero no es un personaje al alcance de cualquiera. «Tiene que ser un magnífico actor», recalca Santos. «La propia desmesura del personaje puede llevar al actor a exagerar. Y no debe hacerlo, sino representar esa grandiosidad, esa altura, también en el sentido físico», concluye.