Norman Parkinson, seis décadas destilando la moda en imágenes

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Audrey Hepburn, retratada por Parkinson en 1955, en la villa de la actriz a las afueras de Roma
Audrey Hepburn, retratada por Parkinson en 1955, en la villa de la actriz a las afueras de Roma © Norman Parkinson Archive | Cortesía de Iconic Images

La Barrié acoge en A Coruña en octubre una gran retrospectiva del fotógrafo inglés

04 oct 2019 . Actualizado a las 16:13 h.

La cámara de Norman Parkinson (Londres, 1913-1990) fue testigo de seis décadas de tendencias en el mundo de la moda y de cambios más profundos en la sociedad. Desde los años treinta a los ochenta captó, en primer lugar, la evolución del gusto en cuestiones de ropa, desde el encorsetamiento anterior a la Segunda Guerra Mundial, la influencia de Hollywood en los atuendos, la explosión del Swinging London y los excesos de decenios posteriores. Pero en sus imágenes también se pueden percibir la liberalización de las costumbres y la liberación de la mujer: hay en ellas sociología, arquitectura y, claro está, el retrato como género.

El fotógrafo será el protagonista de la exposición que le dedica en su sede coruñesa la Fundación Barrié, entre los días 10 de octubre y 19 de enero, y que presenta, en primicia en España, la muestra Norman Parkinson: siempre con estilo, comisariada por Terence Pepper y cocomisariada por Alex Anthony e Iconic Images. Son ochenta obras que documentan la propia carrera de Parkinson y a la vez son testigos de años centrales y cruciales del siglo XX. Con ella, la Barrié amplía la presencia de la fotografía en su calendario de exposiciones, aún reciente la de la mexicana Graciela Iturbide y en el recuerdo otras de Strand, Newman, Stieglitz o Català-Roca. 

Cámaras y cerdos

Parkinson, o Parks, como le llamaban sus allegados, trabajó para revistas como Harper’s Bazaar, Vogue o Town & Country. «Un fotógrafo sin una revista detrás es como un granjero sin tierras», decía. Un ámbito, en apariencia tan lejano, pero del que sabía mucho: en 1963 se convirtió en freelance y se instaló en Tobago, donde montó una granja de cerdos, de la que saldrían sus famosas salchichas Porkinsons. Mucho antes, en 1931, se había iniciado como aprendiz, abierto su propio estudio y ejercido como fotógrafo de reconocimientos aéreos en la RAF durante la guerra: «La cámara puede ser el arma más letal desde la bala de un asesino, pero también puede ser un bálsamo para el corazón». En su trabajo había más de lo segundo que de lo primero. Si la moda pone en juego los sueños e ilusiones individuales elevados a lo colectivo, Parkinson explotaba esas fantasías para destilar su esencia en imágenes de composición perfecta. «Trato de conseguir que la gente tenga ese aspecto que a ellos les gustaría tener y, con suerte, algo mejorada», era su credo profesional.

«Jóvenes terciopelos, precios jóvenes, moda en sombreros» es el título de esta fotografía tomada para «Vogue» en 1949
«Jóvenes terciopelos, precios jóvenes, moda en sombreros» es el título de esta fotografía tomada para «Vogue» en 1949 © Norman Parkinson Archive | Cortesía de Iconic Images

El fotógrafo fue pionero en sacar a las modelos del entorno controlado de los estudios y situarlas en escenarios de la vida real, una narrativa que acercaba la moda y la volvía tangible: un sueño, pero un sueño de algún modo accesible. También funcionaba su reverso: en 1975 fue de los primeros en obtener permisos soviéticos para fotografiar en la URSS a Jerry Hall, reinventando el concepto de exotismo. Para Parkinson, además, era clave que las imágenes transmitiesen encanto y humor, que él mismo ponía en práctica. Su bigote curvo y sus sombreros extravagantes le conferían una imagen excéntrica pero que nunca interfería en su trabajo: tenía clara la fotografía que quería conseguir, incluso si eso implicaba obligar a Jerry Hall a volver a montar del caballo del que se había caído, antes de ir a un centro de salud.

Al margen de la moda, otra de las grandes facetas de Parkinson fue su trabajo como retratista de la familia real, que le ganó en 1981 el título de comandante del Imperio británico. Y aún se cuenta otra faceta más del fotógrafo, menos conocida, pero que abre una ventana a su mirada más tierna: las imágenes que tienen a Wendy, su tercera mujer, como protagonista. Un Parkinson despojado de frivolidades, en su intimidad.