La Voz ofrece «Claves Líricas», la reunión de la obra poética de Ramón del Valle-Inclán

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Valle-Inclán agrupó en «Claves Líricas» (1930) sus tres libros de poemas. Pese al aprecio que el autor sentía por esta obra, nunca alcanzó el nivel de respeto que logró su corpus dramático y narrativo, algo que Azorín juzgaba muy injusto. La Voz ofrece el domingo 30 de junio «Claves Líricas» por 2,95 euros más el cupón del lomo del diario

29 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Pese a que tuvo defensores de gran talla como Azorín -quien definía al autor arousano como «esencialmente poeta»- o el nobel Juan Ramón Jiménez, el prestigio general de la producción poética de Ramón del Valle-Inclán nunca cuajó a la altura del que sí logró su corpus dramático y narrativo. El propio autor sentía gran aprecio por esta faceta suya y, en 1930, compiló sus tres libros en un solo volumen, Claves Líricas: Aromas de leyenda (1907), El pasajero (1920) y La pipa de kif (1919), que Valle ordenó así -vulnerando el criterio cronológico- quizá porque La pipa de kif era su culminación poética y porque, en realidad, la escritura de los dos últimos títulos fue casi simultánea.

Claves Líricas no es una mera agrupación de la poesía publicada. Como casi siempre, Valle-Inclán aprovecha para hacer retoques. Y la desviste en lo posible de todo lo coyuntural -lo pegado al momento histórico- en un esfuerzo de atemporalidad. «El era moi consciente dos mecanismos da canonicidade literaria. Sabe que só o tempo o porá no lugar que lle corresponde. É aí onde se enmarca a súa busca da intemporalidade e do sentido clásico. Xa falaba en La lámpara maravillosa da obsesión por perdurar nas formas», corrobora la profesora Rosario Mascato, integrante del Grupo de Investigación Valle-Inclán de la Universidade de Santiago y editora del volumen Claves Líricas que se entrega el domingo 30 de junio con La Voz de Galicia por el precio de 2,95 euros (más el cupón del lomo del diario).

Un ejemplo meridiano de esta reescritura puede hallarse en Rosa de llamas, el poema que abre El pasajero y que en 1920 -en la fecha de su publicación como libro- era un claro homenaje al anarquista Mateo Morral, que atentó en 1906 contra la vida de Alfonso XIII en el día de su boda con Victoria Eugenia. Pues bien, diez años después, en su inclusión en Claves Líricas, toda alusión a Morral desaparece. Y es que en 1930 tal celebración perdía su pertinencia, señala Mascato. Por más que esto puedan parecer dos caras incompatibles de una misma moneda, advierte la filóloga, «a evolución de Valle-Inclán ten toda a lóxica do mundo»: tanto en sus ideas sobre arte y lengua como en su relación con Galicia y en su ideología política es muy coherente, asegura.

Con Claves Líricas, por tanto, Valle cierra un proyecto consecuentemente. Él es consciente de que la situación mundial entonces requería otro tipo de producción poética. Madrid, las vanguardias... Como explicación, Mascato evoca una reflexión del hispanista Anthony Zahareas que afirma que Valle ofrece soluciones estéticas a problemas históricos. Es así que Claves Líricas, sin abandonar aspectos reivindicativos -como su defensa de Galicia y el Atlántico frente al pensamiento monolítico madrileño-, lo crítico y lo iconoclasta, inclina la poesía hacia un espíritu más lúdico.

Rosa Mascato, editora del libro: «''Aromas de leyenda'' hai que lelo na Armenteira»

En Valle el goce comporta exigencia. Ocurre con su visionaria obra dramática y su narrativa. Y con su poesía. Quizás la lectura sea más asequible en su edición primera, al estar el verso más pegado al momento histórico, en el que se debate sobre la utilidad de la poesía castellana -lastrada por el rancio carácter mesetario de la gloria de la restauración borbónica- y se buscan modelos extranjeros ante la endeblez de los repertorios patrios. En esa batalla cobra valor Aromas de leyenda (1907), el primer poemario del arousano, que mira hacia el mundo rural gallego y la periferia atlántica para construir una nueva identidad -él, gran admirador de la cultura portuguesa-. En Claves Líricas, en su actualización, Valle «oculta a traxectoria de máis de vinte anos como poeta, porque está entregando o seu legado para a historia», anota Rosario Mascato, a quien le apena «o que un público non bregado nos textos valleinclanescos perde ao ler a edición de 1930». Por ello invita al lector a tomar Aromas de leyenda y viajar a O Salnés: «Este libro hai que lelo na Armenteira, e, desde o alto, mirando o val, entenderase. As lendas, os mitos, a lingua están aí», concluye.