Ocho veranos con el cuaderno Blackie

Xesús Fraga
Xesús Fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

blackie books

El compostelano Cristóbal Fortúnez vuelve a ilustrar la publicación que se inspira en las actividades escolares para vacaciones y que combina ingenio con humor

01 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Si muchos escolares echaban pestes de aquellos cuadernos de actividades que no les dejaban desconectar del todo en verano de las asignaturas del colegio, la versión para adultos que este año llega a su octavo año de la mano de Blackie Books encarna todo lo contrario. Entre el ingenio y el humor, los estímulos mentales y los acertijos, la agudeza visual y la carcajada abierta, el Cuaderno de vacaciones para adultos no deja lugar al aburrimiento.

Daniel López Valle (Elche, 1982), campeón de Saber y ganar, y el ilustrador Cristóbal Fortúnez (Santiago, 1980) repiten como autores de los retos y pasatiempos que se extienden a lo largo de un centenar de páginas. Si por edad podría intervenir una cierta concesión a la nostalgia, Fortúnez cree que ese elemento se ha ido desvaneciendo en años sucesivos, «a medida que el Cuaderno ha empezado a perder el parecido con los cuadernillos veraniegos de la infancia». Eso sí, se mantiene un apego por el papel en tiempos de tanto ocio virtual. «La gente lo hace en grupo y eso nos hace mucha ilusión -describe el ilustrador- porque con los móviles hoy en día parece que el ocio se convierte en algo privado. Hay ejercicios que tenemos categorizados para hacer en el WC, esos no es necesarios que la gente los haga en grupo si ello les hace sentir incómodos».

Esta reflexión se contagia del humor que preside el Cuaderno y lo diferencia de otras colecciones de pasatiempos. Se manifiesta en un «encuentra las diferencias» que empareja a Rivera y a Casado en pijama, en el caos en que pueden acabar las fiestas de la gurú del orden Marie Kondo o en identificar los atuendos de cada época histórica con los que se ha vestido Jordi Hurtado. Lo cual da otra pista: humor más actualidad. López y Fortúnez capturan algo así como los personajes o los temas del año, aunque por fechas de impresión algunos se queden fuera: les ha dado pena perderse el tobogán de Estepona, aunque no han dejado fuera la preocupación por la contaminación marina con plásticos.

Las páginas son fruto de las ideas que van saliendo de reuniones -«ojo, son un chat en pijama con mucho café y chorradas de por medio»- en las que algunos ejercicios salen de forma natural, mientras que otros requieren más esfuerzo. En general, a Fortúnez le costaba más resolver los de los primeros cuadernos, aunque deja la duda si quizá eran más difíciles o si, después de ocho años, se haya vuelto «más listo» y ahora le cueste menos. «Desde luego, te obliga a hacer un ejercicio de atención al que cada vez parece que estamos menos habituados. Algo tan simple como sentarse un rato, coger un lápiz y demostrarte a ti mismo qué cosas sabes, puede ser una manera estupenda de desconectar de forma útil».

Compostelano afincado en Madrid, Fortúnez deja caer guiños a su tierra natal. Como el ejercicio en el que, a raíz del bautizo del estadio de San Lázaro como Vero Boquete, se propone identificar los nombres actuales y anteriores de campos de fútbol. «No tengo muy claro por qué recalé en Madrid, pero me gusta, si exceptuamos el calor y que no hay mar cerca, pero eso se soluciona visitando Galicia cada vez que puedo», explica el ilustrador, quien vive en la capital rodeado de un buen número de amigos gallegos. «Venimos muchos aquí a buscarnos la vida. Antes de dedicarme a la ilustración a tiempo completo pasé por una amplia y variada selección de trabajos de todo tipo, hasta que me di cuenta de que, para vivir de forma precaria, prefería vivir de mi propia forma precaria», concluye.