El sultán de la guitarra se despide de Galicia ante un Coliseo entregado

Mila Méndez Otero
m. méndez A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

Ángel Manso

Más de 8.500 personas arroparon a Mark Knopfler que acaba de anunciar su retirada

04 may 2019 . Actualizado a las 19:34 h.

El guitarrista tranquilo de punteos precisos y voz grave emocionó al público congregado en el Coliseo desde la primera nota. «Es bonito volver a Galicia. La primera vez que vine era un chico y ahora vuelvo siendo un señor mayor. Gracias por vuestras palabras», saludó al público al que se dirigió varias veces en inglés, aunque sí supo pronunciar en gallego el lema: «Galicia calidade!»

La certeza de que la de ayer puede ser la última vez que escuchen en directo al genio escocés envolvió de una reverencia casi mágica la actuación. Volvió a conseguirlo. Agitar las entrañas de los fans, bien entrados en canas, sin apenas despeinarse. Su concierto de A Coruña, el penúltimo de la gira mundial Down the Road Wherever en España, fue una exhibición de virtuosismo. El anuncio realizado en Barcelona la semana pasada, su retirada de los grandes tours, que no de la música, confirió una predisposición mayúscula al deleite de cada una de las piezas. No fue una noche de gritos, ni de lágrimas -aunque alguna sí que se derramó-, sino de veneración.

La mejor versión de Knopfler

Los solos de guitarra brillaron por encima de su voz, pausada y engañosamente inexpresiva. Hipnótico, desenfundó temas que superaron en alguna ocasión los ocho minutos y enmudecieron a la grada por su preciso desarrollo guitarrístico. Presentó su último disco, el que da nombre a la gira, tocó algunos de los éxitos de su prolija carrera en solitario desde que en 1995 los Dire Straits dijeron adiós y también rescató para su setlist piezas de su etapa al frente de la banda británica. Sin duda, las favoritas de la audiencia. Ahí estuvieron Romeo and Juliet y Once Upon a Time in The West. Para los bises reservó Money For Nothing. Sin embargo, el creador de Brothers In Arms prescindió de clásicos comos Sultans of Swing, tal y como lleva haciendo en toda su gira española.

Durante las escasas dos horas que duró la puesta en escena -el concierto se quedó en una hora y 45 minutos-, Knopfler viajó del rock a la música popular, del folk al country sin con paradas en el blues. Un derroche que, además de a actuación en directo, sabía a una de eses clases que solo pueden conducir los auténticos maestros.

En tiempos de reguetón y de bases machaconas para trapear, los domadores de las seis cuerdas parecen una reliquia. Los padres y madres, e incluso abuelos, que ayer llenaron el Coliseo e inculcaron su amor por la música a los hijos han hecho los deberes. Los viejos rockeros no morirán, en parte, gracias a ellos.

A diferencia de en Madrid o en Barcelona, el repertorio de A Coruña lo adelgazó en tres o cuatro piezas y muchos echaron de menos aquí himnos como Telegraph Road. El consuelo para los fans es que Knopfler seguirá componiendo y grabando discos. Y, quién sabe. Tal vez un día tenga morriña de los que se quedan paralizados escuchándolo y como anunció con su premonitoria Going Home, decida regresar.

El escocés saludó al público del auditorio con un «Galicia calidade!»