Javier Gutiérrez: «Soy un obrero de la escena»

CULTURA

CESAR DELGADO

El actor ferrolano, que participó en una campaña de concienciación sobre el cáncer renal, dice que viene a Galicia a practicar el hedonismo

26 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Me encuentro con Javier Gutiérrez (Luanco, 1971) en la estación de Santiago, escenario elegido para una campaña de concienciación sobre el cáncer de riñón, de la que participa el actor ferrolano. Cercano y nada divo, Javier se esfuerza en reafirmar su galleguidad y su calidad de antihéroe. Por ese camino se ha convertido de uno de los actores más cotizados de España.

-¿Qué está haciendo hoy aquí?

-Yo creo que los que tenemos una imagen pública tenemos también un compromiso con la sociedad. Debemos servir de altavoz para causas tan nobles como esta. El cáncer renal es una enfermedad muy silenciosa y es muy importante concienciar para la detección precoz.

-Creí que tal vez estaba vinculado personalmente...

-No, no. Yo es que, en mis ratos libres, me dedico a hacer cosas como esta. Estoy muy concienciado con federaciones, colectivos que tratan el mundo de la discapacidad. Tengo un hijo con una discapacidad.

-Usted es de esos actores que hacen que se vea al personaje antes que al actor. Por eso lo llaman tanto, claro.

-En realidad nunca sé porque me llaman y siempre tengo miedo a que, durante la primera semana, me echen porque no respondo a las expectativas. Eso hace también que tenga los pies en la tierra y, en contra de lo que pudiera parecer, el prestigio o los premios hacen que el suelo sea más inestable. No tengo más seguridad, sino más exigencia y responsabilidad.

-¿Viene mucho a Galicia?

-Sí, varias veces al año. En Ferrol tengo casa y a mi madre y a mis hermanas. Últimamente vengo más porque estamos con la gira de una obra de teatro, ¿Quién es el señor Schmitt?

-Y seguro que cada vez que viene se come una empanada.

-Cada vez que vengo me voy con dos o tres kilos de más, ja, ja.

-¿Qué es lo que no deja de hacer nunca cuando viene?

-Pasear, disfrutar realmente de no hacer nada. En Galicia intento siempre vivir días muy placenteros, practicar el hedonismo. Venir a Galicia es parar mi reloj. Me olvido del teléfono, del trabajo, de las prisas...

-Aparte del teatro, ¿qué está haciendo?

-Acabo de terminar una película, Bajo cero que quizás sea la más exigente a nivel físico que he rodado. Soy un policía que traslada a presos peligrosos y en medio de la noche es asaltado. Es la historia de un antihéroe que cree en el sistema. Yo no soy una persona preparada para los tiros, las persecuciones, por eso ha sido un tour de force para mí este rodaje. Tengo muchas ganas de ver el resultado.

-Lo que sí le pega es lo de antihéroe.

-Sí, de héroe tengo bastante poco. Me resultan más atractivos esos personajes, los perdedores.

-Los actores guapos dicen que es más difícil demostrar su talento...

-Yo soy muy consciente de mi físico y en el audiovisual hay una auténtica tiranía de la imagen. Pero yo soy el sempiterno españolito medio, estoy en la tradición de actores (sin querer equipararme a ellos porque los admiro y tienen un recorrido ejemplar) como José Luis López Vázquez, Paco Rabal, Alfredo Landa..., con un apellido y una cara muy común, con los que el público empatiza mejor. Si fuera guapo lo tendría más complicado para trabajar. Mi estatura y mi cara han jugado a mi favor.

-Pero es indudable que ya es uno de los actores con más prestigio.

-Para mí es importante elegir bien y estoy en una etapa en la que estoy teniendo mucha suerte con los proyectos. No me reconozco en esa idea de que soy el actor de moda. Llevo mucho tiempo trabajando, soy un obrero de la escena.

-¿Dónde guarda los Goya?

-En una librería. No es lo que más se ve en mi casa. Pero yo estoy igual de orgulloso de todos los premios que me dan. No hay un premio pequeño.

-¿Qué le gustaría hacer en este mundo, que aún no ha hecho: dirigir, escribir...?

-Escribir me gustaría, pero no estoy llamado por ese camino. Me gustaría dirigir teatro. Tal vez lo haga.

-¿Se considera emigrante?

-Sí. Mis padres también lo eran.

-Un gallego fetén siempre quiere volver al jubilarse.

-Yo espero morir con las botas puestas. Pero sí, me gustaría volver. Tengo una buena relación con Madrid, una relación de amor, pero no dejo de sentir que no es mi casa.

-Dicen que es muy del Rácing de Ferrol.

-Sí, mucho. Además tengo el privilegio de ser su embajador.

-¿Sabría hacer un caldo?

-No. Pero otras cosas, sí. Soy bastante cocinillas.

-¿Tiene aficiones? ¿Colecciona sellos, se tira en paracaídas...?

-No, no. Me gusta leer.

-¿Qué libro regaló el martes?

-La doctrina del shock, de Naomi Klein. Y estoy leyendo unos relatos de Raymond Carver porque posiblemente lo próximo que haga en teatro será Principiantes, de este autor.

-Defínase en cuatro palabras.

-Trabajador, exigente, impulsivo y honesto.

-Una canción.

-Miña terra galega, de Siniestro Total.

-¿Qué es lo más importante en la vida?

-Ya que estamos aquí, la salud. Pero también el amor.