La mayor obra de investigación sobre la Marina analiza su apogeo y «violenta» crisis en la primera mitad del siglo XIX

Manuel Rus SEVILLA / EFE

CULTURA

El catedrático de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, Juan Marchena, coordinador de los tres volúmenes de «Vientos de guerra, apogeo y crisis de la Real Armada. 1750-1823», posando en Sevilla
El catedrático de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, Juan Marchena, coordinador de los tres volúmenes de «Vientos de guerra, apogeo y crisis de la Real Armada. 1750-1823», posando en Sevilla Raúl Caro | Efe

En un ensayo, en tres tomos, doce especialistas analizan cómo entre 1740 y 1823 se creó la «más compleja y completa Armada» de la monarquía española y después cayó en declive

02 mar 2019 . Actualizado a las 20:12 h.

Una obra de 2.200 páginas escritas por doce especialistas analiza cómo en noventa años se creó la «más compleja y completa Armada» de la monarquía española así como su «extraordinario apogeo y violenta crisis», según explica el coordinador de los tres volúmenes, el catedrático Juan Marchena.

La obra «Vientos de guerra, apogeo y crisis de la Real Armada. 1740-1823» es la mayor escrita hasta ahora sobre la Armada española, asegura el profesor de la Universidad Pablo de Olavide, que junto a su compañero Justo Cuño ha elaborado el texto tras diez años de investigaciones.

Los 420 buques analizados permiten concluir que no tuvo éxito la «apuesta muy arriesgada» de Carlos III para derrotar a Inglaterra y recomponer el comercio atlántico, «perdido de las manos españolas y enteramente en poder de los comerciantes británicos desde mediados del siglo XVIII».

«Las deudas producidas por las dificultades para mantener una Armada tan grande y costosa se acumularon a fines del siglo hasta producir una ruidosa bancarrota de la Real Hacienda española durante el Gobierno de Carlos IV», sostiene Marchena, catedrático y director del Área de Historia de América de la Universidad Pablo de Olavide.

Las causas de esta «violenta» crisis, explica la obra, fueron una «combinación letal de gigantismo, falta de previsión de los recursos humanos y materiales disponibles, deuda galopante de la Real Hacienda, falta de disponibilidad de liquidez para hacer frente a los pagos de oficialidad, tripulaciones y personal de astilleros y maestranzas».

También se produjo incluso un «agotamiento de las reserva de maderas en los bosques peninsulares» hasta que, finalmente, «más de la mitad de los buques acabaron pudriéndose en los puertos por imposibilidad ni de mantenerlos activos ni de repararlos».

Antes de esta crisis, sin embargo, se registra «el periodo de mayor desarrollo de la ciencia y la técnica en España, no solo en cuanto a la construcción naval, construyendo los mejores y más hermosos navíos de su tiempo, sino en lo referente al conocimiento del mundo, la geografía y la náutica», subraya el catedrático.

«Ciencia y técnica demostrada en miles de obras editadas y en los viajes científicos organizados en estos años, cuyos materiales, lamentablemente, aún duermen en muchos casos su sueño del olvido en los almacenes de museos y bibliotecas diseminados por España», añade el coordinador de la obra.

Como ejemplo de lo ocurrido con la Armada, Marchena subraya que hubo momentos en los que se necesitaban no menos de 60.000 oficiales y marineros, así como una cantidad de pertrechos, artillería, munición, suministros, despensas, repuestos de arboladura, velas, jarcia, diques de carena y «una nube de trabajadores para los arsenales de los que en modo alguno podía disponer».

La obra recoge las palabras del ministro de la época Luis María de Salazar, quien dijo que «aquel grande aparato de fuerza naval, todos aquellos magníficos navíos, desaparecieron enteramente, apresados, volados, incendiados, naufragados, desguazados o sumergidos dentro de los puertos».

«Tardó en formarse cosa de noventa años, y se aniquiló y desapareció totalmente en poco más de diez», lamenta el ministro.

«Esa Armada -continúa el catedrático- estaba imposibilitada para operar en toda su dimensión y capacidad. No quedaba sino mantenerla en los puertos esperando una oportunidad que después de 1789 las circunstancias no permitieron que se produjera».

En la obra se narra que «decenas de miles de personas dejaron su vida a bordo de estos buques. La mayoría no en combates ni en abordajes ni en duelos artilleros, sino víctimas de las enfermedades que las malas condiciones de la vida a bordo, la insalubridad y la mala alimentación y peor aguada», asegura el catedrático.

En esta Real Armada borbónica, «algunos encontraron gloria y fama, pero en la que la inmensa mayoría halló su desgracia y su tumba. A la memoria de todos ellos van dedicadas estas páginas en un intento de reivindicarlos», concluye Marchena.