Javier Ruibal: «Es humillante ver cómo The Beatles dejaron todo hecho en solo ocho años»

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Javier Ruibal se reivindica como un purista de la fusión
Javier Ruibal se reivindica como un purista de la fusión

El cantautor de Cádiz reivindica la música mestiza como un canto de libertad. Actúa en A Coruña el próximo domingo

22 feb 2019 . Actualizado a las 18:47 h.

Dice Javier Ruibal (Puerto de Santa María, 1955) que sus canciones tienen que ser válidas «las cante con un guitarra o las haga con la Orquesta Sinfónica de Córdoba». En Galicia (domingo 18, A Coruña, sala Garufa, 20.00 horas, 14 euros) vendrá en formato trío. Presenta Paraísos mejores, nueva muestra del carácter mestizo de un autor que fue reconocido con el Premio Nacional de la Música en el 2017.

-¿Sería capaz de hacer un género puro?

- No, no creo. Por un lado es una manera de protegerme. Si uno no tiene capacidad para hacer jazz porque no le dedica el tiempo suficiente y no estudia. O no puede hacer un flamenco en esencia puro, porque no eres de crianza ni de nacimiento… Se trata de buscar aquella fórmula en la que encuentres tu identidad y estén las músicas con las que simpatizas. La fusión en mi caso tiene una doble función: encontrar el lugar propio y que si lo miras con lupa no puedes decir «eso no es flamenco» o «eso no es jazz». ¿Qué me importa a mí? Puede que sea de todos eso un poco.

 -¿Es un purista de la fusión?

-[Se ríe] ¡Me encanta! Lo suscribo. Si eres muy puro a lo mejor no hay quien se lo fume. No quiero caer en eso, porque es un modo muy restrictivo de concebir algo tan libre como la música.

-Paco de Lucía y Camarón de la Isla fueron los artistas que provocaron una revolución en usted. ¿Cómo le afectaron?

-Ya venía tocado de antes. Por ejemplo, los Beatles lo hicieron todo: la fusión, la new age, la world music, el rock progresivo.... Es casi humillante ver como The Beatles dejaron todo hecho en un período de ocho años. También me tocaron las radios del Magreb . De todo ese batiburrillo y los cantautores de la época fui conformando un deseo: ver si algún día componía algo bien. Pero aparecen Camarón y Paco. Demostraban que el oráculo estaba ahí. Fue tan fuerte aquello que no hay ni un músico andaluz de nuestra época que no se sintiera tocado por eso. Aparecen un montón de fórmulas en las que esa cosa electrizante que tenían un cantando y el otro tocando siempre estaba ahí. Todos somos hijos de eso. Gracias a la destino que eso ocurrió. Fue espectacular. A mí me abrió una puerta preciosa y llena de fantasía.

 -Hay autores de otros territorios de España que es fácil ubicarlos geográficamente por su música. Pero en Andalucía a la inmensa mayoría se les nota. ¿Por qué?

-Probablemente sea, volviendo a lo de la pureza, que somos muy poco puros. Somos hijos de mil leches y mil sangres. Tenemos un gen cachondote que le gusta ser plural y que esa identidad aparezca sin esconderse. Eso aparece en la música, nuestra identidad impura y bella por heterogénea. ¿Por qué no? Eso sí, sin que nos lleve a que el andalucismo es algo intocable, porque tampoco es así.

-Recientemente, se han visto vehementes defensas de la pureza del flamenco frente a artistas como El Niño de Elche o Rosalía.

-Eso ya forma parte de otras cuestiones, que es el miedo tu identidad se sostenga difícilmente. Es un modo un tanto recesivo, por no decir reaccionario, de concebirla. A todo el que se rasga las vestiduras con El Niño de Elche o Rosalía que escuche a Enrique Morente, que es de ayer y está totalmente vigente. Que escuchen a Paco y a Camarón. Que escuchen y entiendan de qué va esto, que empezó en el siglo XVII. No nos pongamos divinos. Hay gente que piensa que el flamenco viene de las cavernas. No hombre, no. Ha salido de incorporar muchas cosas. De hecho, todo los cantes de ida y vuelta que son los que han refrescado el flamenco, como la guajira o la colombiana son muy recientes.

-O el cajón flamenco que se ve como un instrumento tradicional y, sin embargo, lo introdujo Paco de Lucía en los setenta.

-Claro. En la nebulosa del tiempo se pierden muchas cosas. Por ejemplo, el baile flamenco se asocia a los gitanos, pero también a Egipto y a la India. Resulta que tiene mucho más de africano que otra cosa. En mi último disco hay una canción que se llama La geisha gitana. Habla de una japonesa que bailaba y cantaba tan bien que provocaba algarabía. Esa canción se la dedico a Rosalía cada vez que salgo al escenario, precisamente porque no dejan a la chiquilla en paz. Déjenla, porque además cuando se pone a cantar flamenco por derecho lo hace estupendamente. La libertad hay que ejercerla. Adelante con ello.

-¿Pretendía con «La ghesia flamenca» la ambigüedad total?

-Aparentemente es una contradicción absoluta, pero hay gente en Andalucía que es muy sosa y no va a llegar nunca a parecerse a muchos flamencos japoneses. No nacimos sabiendo, nos vamos haciendo. La virtud del asunto es que todo es moldeable.

-Iba para médico, pero lo dejó por la música. ¿Tiene para usted un componente medicinal la música?

 -Se dice que cura el alma y lo suscribo. Queda muy elevado. La música acompaña mucho, viene del alma y va al alma de los demás. Tiene una buena función sanadora.