La humedad destruye en Ribadeo un mural del siglo XVII único en Galicia

José Francisco Alonso Quelle
josé alonso RIBADEO / LA VOZ

CULTURA

A la derecha se observa cómo la humedad avanza desde hace al menos dos años destruyendo el mural del santuario de A Ponte de Arante.
A la derecha se observa cómo la humedad avanza desde hace al menos dos años destruyendo el mural del santuario de A Ponte de Arante.

Patrimonio anuncia una intervención urgente dos años después de detectarse el daño

22 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Sin que nadie haya hecho algo por evitarlo, la humedad está destruyendo desde hace al menos dos años uno de los cien objetos más simbólicos de la historia de Galicia. Así fue catalogado en la exposición Galicia Cen -que organizó hace unos años el Consello da Cultura Galega- un mural de principios del siglo XVII que ilumina un recoleto santuario de la zona rural de Ribadeo. Varios expertos avalan la valía del que se considera el único mural sobre temas del mar del siglo XVII en Galicia; un tesoro desdeñado y hoy gravemente amenazado.

En A Ponte de Arante (Ribadeo), un cruce de caminos con apenas una decena de vecinos, se encuentra el santuario de Nosa Señora das Virtudes, al pie del Camino Norte (antiguo Camino Real). Su interés radica en buena medida en sus pinturas, que hasta 1970 estuvieron cubiertas por cal. Entre ellas, sobresale un exvoto que relata el milagro de la virgen en favor del navío Santa Catalina, ocurrido en 1595.

A mediados de junio del 2017 se observó cómo una pintura que había superado 400 años y una gruesa capa de cal comenzaba a ser destruida por unas humedades que avanzaban desde el exterior del tempo. Entonces, el responsable de patrimonio de la diócesis anunció que lo comunicaría a Patrimonio de la Xunta para que valorase una intervención. Si la gestión se hizo, no dio fruto.

El caso es que ese mismo verano un profesor ribadense jubilado, Emilio Piñeiroa, un entusiasta que colabora como guía en las visitas veraniegas que tras las misas dominicales se organizan al templo, decidió informar por escrito a la citada dirección xeral. Siguieron pasando los meses sin tener noticias y se llegó a mayo del 2018, cuando Piñeiroa presentó un libro sobre el santuario de Nosa Señora. El acto fue en la propia iglesia y contó con la asistencia de, entre otros, el director xeral de Política Lingüística, Valentín García. El profesor aprovechó la presencia de autoridades para llamar su atención y alertar sobre el grave deterioro que experimentaba el mural. Entonces, Valentín García se justificó argumentando que el templo era de la Iglesia, dejando entrever que no se podía hacer nada sin su autorización.

El pasado septiembre, desde la Dirección Xeral de Patrimonio, se pusieron en contacto con Emilio Piñeiroa para informarle de que habían recibido su escrito e iban a acudir a inspeccionar las pinturas. Había transcurrido más de un año. Pero es que la visita anunciada se retrasó otros cinco meses y no se produjo hasta hace unos días. Dos técnicos de Patrimonio (una restauradora y un arquitecto) elaboraron un informe concluyente. La Consellería de Cultura reconoce que las filtraciones del exterior están afectando al mural y que, al margen de los problemas de humedades que presenta el templo, se tiene previsto realizar «unha intervención de urxencia para consolidar as pinturas murais».

Una ofrenda de 1606 de un capitán que naufragó rumbo a las Indias

El mural del santuario de Nosa Señora es una ofrenda de agradecimiento del capitán de infantería Domingo de Carranza e Aguiar, que milagrosamente se salvó de un naufragio, supervivencia que atribuyó a la intercesión de la virgen. En la pintura se cuenta que cuando en 1595 navegaba hacia las Indias, en el cabo de San Antón, su navío se vio en medio de un gran temporal que desarboló la nave y provocó que Domingo de Carranza cayese al mar. Entonces se encomendó a la virgen y el mar se calmó, de modo que la tripulación pudo llegar a puerto sana y salva. El capitán ya había estado en A Ponte de Arante en 1594 y de regreso, en señal de agradecimiento, ordenó pintar el mural, que tiene fecha de 1606.