«Cafarnaúm»: Un mundo sin papeles

Eduardo galán blanco

CULTURA

El protagonista del filme denuncia a sus padres por la explotación a la que lo someten
El protagonista del filme denuncia a sus padres por la explotación a la que lo someten

Nadine Labaki firma una gran película, airada y amarga bajo su disfraza de denuncia falsamente conciliadora

19 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando las luces nos devolvieron a la aparente realidad, al término de la proyección de Cafarnaúm en el pasado Festival de Ourense, el jurado en pleno lloraba a moco tendido en el margen izquierdo del cine Principal. Enjuagando las lágrimas con dificultad, quizá avergonzado o sintiéndose absurdamente culpable por el desliz sentimental, uno de los miembros se defendió tontamente: «Es pura pornografía emocional», dijo. Y continuó llorando.

Desde entonces hemos leído muchos otros comentarios sobre el filme que también llevaban escrito entre sus líneas ese tópico de la «pornografía emocional». En una conversación de Vittorio De Sica mantenida con Cesare Zavattini, el director de Ladrón de bicicletas se quejaba de que muchos críticos llamaban llorona a su obra maestra neorrealista. Para consolarlo, Zavattini le señalaba que también se decía lo mismo de El Chico de Chaplin, una película que hemos recordado al ver las evoluciones cotidianas del niño protagonista de Cafarnaúm, utilizando su ingenio con rasgos casi humorísticos, haciendo milagros -como Jesús en la ciudad de Galilea- para sobrevivir.

En fin, lo cierto es que estamos ante un gran filme, airado y amargo bajo su disfraz de denuncia falsamente conciliadora, rodado durante seis meses en la polvorienta y gris jungla de Beirut. Los actores naturales que la directora Nadine Labaki y sus colaboradores se encontraron en el caótico laberinto de las calles carecen de los registros técnicos necesarios para manipular sentimientos pero transmiten sus vivencias -son refugiados sirios, inmigrantes subsaharianos ilegales- con la verdad aplastante de los desheredados. Y, como su personaje de ficción, el niño protagonista de la historia, que se rebela contra sus míseros padres explotadores y los denuncia ante un juez por haberlo traído al mundo -Labaki interpreta a la abogada del chaval-, también carecía de papeles durante el rodaje.

Evidentemente, Cafarnaúm no es Los olvidados de Buñuel o Nací, pero… de Ozu; sin embargo, resulta menos tramposa que Slumdog Millonaire o León. Y transmite un inapreciable y precioso vigor combativo y de compromiso. Se lo dijo Nagisa Oshima a los circunspectos letrados que lo juzgaban por El imperio de los sentidos: «A veces, la pornografía es útil y necesaria».

«CAFARNAÚM»

Líbano-Francia, 2018.

Directora: Nadine Labaki.

Intérpretes: Zain Al Rafeea, Yordanos Shiferaw, Haita Izzam, Kawsar Al Haddad, Fadi Yousef, Boluwatife Bankole, Alaa Chouchnieh, Nadine Labaki, Nour El Husseini.

Drama. 126 minutos.