Muere a los 95 años el marinero de la icónica foto del beso de Times Square

La Voz

CULTURA

GABRIEL BOUYS | afp

George Mendonsa celebraba el final de la Segunda Guerra Mundial cuando Alfred Eisenstaedt y Victor Jorgensen inmortalizaron el momento. No conocía de nada a la enfermera a la que besó

18 feb 2019 . Actualizado a las 20:36 h.

Se llamaba George Mendonsa y su mérito no fue pequeño: quién siendo hombre besase como él, quién siendo mujer recibiese un beso como ese, de los que escoran y quitan el hipo. El marinero inmortalizado por Alfred Eisenstaedt y Victor Jorgensen (se sacaron dos fotografías diferentes desde dos ángulos distintos, una fue publicada en la revista Time y la otra, en The New York Times) plantándole un ósculo en toda regla -el más icónico, el más emulado- a la enfermera Greta Zimmer Friedman el 14 de agosto de 1945 en pleno Times Square acaba de fallecer en Middleton, Rhode Island. Tenía 95 años. Vivía en una residencia de ancianos. Murió tras sufrir una apoplejía después de una complicada caída.

Mendonsa y Zimmer -esta falleció hace tres años, a los 92- no se conocían absolutamente de nada cuando el presidente Truman anunció a las siete de la tarde que Estados Unidos había ganado la Segunda Guerra Mundial tras la rendición de Japón. Todo Nueva York se echó a las calles para celebrar el fin del conflicto, también conocido como  V-J Day (Victory over Japan Day). Ahí, en medio de la multitud, el marinero encontró a la enfermera, pero Zimmer no era la primera en recibir las carantoñas de Mendosa, que llevaba un rato achuchando a toda mujer que se cruzaba en su camino.  

«Durante el día de la victoria, vi en Times Square a un marinero a lo largo de la calle agarrando a todas y cada una de las chicas que se ponían a su alcance, ya fuesen mayores como su abuela, altas o delgadas, no hacía distinción -contó en una ocasión Alfred Eisenstaedt-. Fui corriendo atrás mirando por encima del hombro con mi Leica, pero ninguna de las tomas que hacía me agradaba. De repente, como un destello, vi algo que se me grabó. Me di la vuelta y capturé el momento justo en que el marinero besó a una enfermera. Si ella hubiera llevado un vestido oscuro jamás me habría dado cuenta. Nunca habría disparado, o si el marinero hubiera llevado uniforme blanco, lo mismo. Realicé cuatro fotos. Fue en apenas unos segundos».

De forma totalmente espontánea, el gesto de júbilo pasó a la historia: como símbolo del amor y de la victoria, pero también del triunfo del trabajo en común que tanto se había fomentado en los EE.UU. durante la gran batalla.