Los escritores Luisgé Martín, con su provocador «la vida es una mierda», y Marta Sanz, vindicando al padre Feijoo para desmontar bulos, inauguraron en A Coruña un nuevo ciclo de debate en la Fundación Seoane
28 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Lluvia. Viento. Invierno. Una mala tarde-noche para salir a la calle. La cita era con dos escritores, uno de los cuales arranca su así su último libro: «La vida es una mierda...». El encuentro parecía un poco exigente, pero el público llenó el salón de actos de la Fundación Luis Seoane de A Coruña. Durante hora y media se sucedieron las risas, las ironías, las complicidades, el debate de ideas, los argumentos y algún momento de desconcierto con más risas: «En la literatura hubo una saturación de ficción en los últimos años y a algunas, como yo, nos hizo sentirnos un poco peliculeras a la hora de escribir. El pensamiento ensayístico me interesa mucho y yo quiero entroncarlo con el de Feijoo...», argumentaba Marta Sanz (Madrid, 1967). Un rumor entre el público llevó a esta doctora en Filología a enfatizar: «¡Con el de fray Feijoo, del padre Feijoo!.. », no el del político.
Pensamentos urxentes: mirar, pensar, escribir es el título de este nuevo espacio de reflexión, una iniciativa impulsada por Silvia Longueira, directora de la fundación, junto a Javier Pintor y Luis Paz; ellos acompañaron a Marta Sanz y a Luisgé Martín (Madrid, 1962) en esta primera entrega. Pintor subrayó que es «un ciclo sobre ensayo, que no es lo más habitual ni lo que más se lee», y que tendrá periodicidad mensual.
¿La culpa es del sistema?
Luisgé es autor del ensayo Un mundo feliz. Una apología de la vida falsa (Anagrama). Reconocido con premios como el Gómez de la Serna de narrativa, el Antonio Machado o el Vargas Llosa de relatos, el escritor y licenciado en Filología desgranó la tesis que desarrolla su libro: «Nos pasamos la vida echando la culpa al sistema, al que sea... Pero al final la culpa está en el ser humano, en el individuo, que es quien encierra todos los peligros». Considera que los avances en la ciencia, la medicina o la tecnología «hacen pensar en el logro de un sistema en el que se pueda cambiar al ser humano, crear mundos artificiales pero vividos como si fueran reales. Creo en un nuevo ser humano, un superhombre».
Sanz, cuyo último libro es el ensayo Monstruas y centauras (Anagrama), discrepó del argumento de Luisgé y puso el ejemplo de la situación de la mujer: «Hay un sistema que ejerce violencia cotidiana en las vidas de las personas; es el sistema capitalista, con su estructura heteropatriarcal... Yo sí le echo la culpa al sistema: las pequeñas violencias cotidianas revelan las grandes violencias estructurales del sistema». Y dirigiéndose al escritor le dijo: «Lo que tú llamas las grandes preocupaciones universales a mí me gusta llevarlas al terreno de lo ordinario».
Para Luisgé, «a estas alturas, seguir haciendo fronteras, poniendo límites entre los géneros literarios es pesado y cansino», si bien señaló tres puntos sobre los que se asienta el ensayo: «Es no ficción, se fundamenta en pensamientos e ideas y es un género breve. A veces, la erudición en un ensayo largo es insufrible». Por ello, dijo, «que un ensayo sea fácil de leer es una de las mayores virtudes». En este sentido, calificó de «ambiciosamente estúpido intentar que todo esté en un ensayo, que tenga que leerlo con un diccionario, cuando lo que estamos haciendo es ofrecerle al lector una mirada y para eso nos basta con lo que sabemos, no hace falta la erudición».
Sanz evocó cómo el padre Feijoo «decía que escribía ensayos para sacar a la luz las falsas creencias» y por ello «en esta época de los bulos es muy bueno reivindicar el pensamiento de Feijoo», algo que sirve para «poner en tela de juicio algunas frases que tenemos naturalizadas». Sobre esto, relató algo que ocurrió durante la presentación de uno de sus libros: «Una mujer me dijo que yo no podía ser feminista porque era simpática; esa señora había asumido los tópicos de la feminista con mala cara, fea, cabreada… Todo eso intento matizarlo en todo lo que escribo». Y más adelante insistió: «Los libros estupendos son los que te permiten reformular tus prejuicios y ampliar la visión del mundo».
«El posmodernismo ha entronizado el relativismo»
«Estamos viviendo los coletazos finales del posmodernismo que ha entronizado el relativismo, la visceralidad… Tenemos que rehabilitar la razón perdida», exhortó Marta Sanz. Antes había evocado cómo después de la Segunda Guerra Mundial, tras el descubrimiento de los campos de exterminio, «que llevó a Adorno a decir ‘‘ya no es posible la poesía’’, lo que entra en crisis es la racionalidad: ¿cómo es posible que se haya llegado a esta hecatombe?». En esta misma línea, insistió en señalar, dichos campos «eran la prueba de que la razón ilustrada no servía para nada».
El debate entre ambos ponentes se avivó después de que Javier Pintor leyera uno de los crudos párrafos del ensayo de Luisgé: «No nos salvan la inteligencia ni la educación. No nos salvan tampoco la bondad, ni la honestidad, ni la lucidez ética. Tal vez lo único que pueda salvarnos es la mentira, el engaño. Matrix». Sanz aseguró que «desconfiar de la educación es una impostura de Luisgé; él no cree eso». A lo que el aludido replicó: «Ese párrafo no habla de Luisgé Martín, habla de la estética, del ser humano». Y tras un irónico «no soy nada partidario de pensar…», con el que hizo reír al auditorio, argumentó: «Es imposible seguir creyendo en los valores de la Ilustración». Insistió en que ahora la gente es más culta y que a pesar de ello, se preguntó, «¿cómo es posible que se crean todas esas mentiras que están recorriendo el mundo en el que vivimos?».
A desmontar alguna de esas falsedades ayuda el ensayo de Sanz, que «no da por hechas las cosas y se replantea todo, lo lleva a su terreno y construye una opinión en torno», reseñaba la autora del blog El mar de letras.