Jonathan Coe: «Quien diga que sabe lo que va a pasar con el 'brexit' está mintiendo»

Xesús Fraga
xesús fraga SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

El narrador británico Jonathan Coe, en la entrega del premio de novela europea Casino de Santiago
El narrador británico Jonathan Coe, en la entrega del premio de novela europea Casino de Santiago Paco Rodríguez

El autor británico, que recogió en Santiago el premio Casino, refleja una Gran Bretaña dividida en su última novela, «Middle England», obra que aún no llegó al castellano

24 ene 2019 . Actualizado a las 10:28 h.

Jonathan Coe (Birmingham, 1961) recogió el miércoles por Expo 58 (Anagrama) el premio de novela europea Casino de Santiago. Hace casi exactamente quince años estuvo en Compostela para aceptar el San Clemente por El club de los canallas, cuyos protagonistas reaparecieron después en El círculo cerrado y ahora en Middle England, una novela ambientada en el referendo del brexit y que aún no se ha traducido al español.

-Quién le habría dicho entonces que sus protagonistas iban a verse en medio de semejante lío...

-Para mí fue una sorpresa volver a ellos. A menudo he dicho que cuando pongo el punto final a un libro los personajes ya no existen para mí. Pero a comienzos del 2016, antes del que empezase la campaña del referendo, empecé a pensar en ellos de nuevo, y además como seres de carne y hueso y por los que sentía cierta curiosidad. Así que la decisión de volver a ellos fue anterior a la de escribir sobre el brexit.

-¿La pareja protagonista, Ian y Sophie, encarnan a escala doméstica la división del país?

-Esa era mi intención. Es obvio que no puedes convertir a tus personajes en emblemas de un determinado pensamiento político, ya que los mataría sobre el papel, y yo quería que fuesen tridimensionales, además de ambiguos. Pero sí, de alguna forma son el arquetipo del votante pro brexit y ella pro europea, por decirlo crudamente. He intentado crear algunos personajes a su alrededor que encarnan otras formas de llegar a esos puntos de vista.

-La identidad británica y Europa ya estaban en «Expo 58». Es como una precuela de su nuevo libro.

-Me alegro de que use esa palabra, porque así es como yo lo veo. A los escritores nos disgusta que nos impongan etiquetas, y no me gusta que digan que Middle England es una novela sobre el brexit. La ironía de la situación es que la pregunta del referendo es irrelevante para las cuestiones que dividen a los personajes. Es solo un medio que han elegido, o que David Cameron ha elegido, para expresar nuestras divisiones. De alguna forma, todavía creo que en lo más hondo a los británicos no les importa lo más mínimo si nos quedamos en la UE o no. No es eso sobre lo que estamos discutiendo.

-¿Entonces, cuáles son esas divisiones detrás del «brexit»?

-El problema que tiene Gran Bretaña ahora mismo es que estamos solamente preocupados por el brexit. Pero si nos marchamos o nos quedamos no resolverá los problemas que nos han llevado a esta situación, que es lo que deberíamos abordar. La desigualdad, una distribución justa de los recursos, los retos de una sociedad posindustrial, vivienda, sanidad, educación... todas estas cosas en las que el Reino Unido tiene unos grandes problemas que resolver y no les estamos prestando ninguna atención ni lo haremos a corto plazo. Eso es lo que me alarma.

-¿Cómo cree que se podría arreglar? ¿Es partidario de un segundo referendo? ¿De un aplazamiento de la salida de la Unión?

-Otra ironía de los meses recientes es que los viejos conservadores, esa gente que despreciaba la izquierda, ahora están considerados sabios. A todos nos encanta ahora Michael Heseltine, o John Major, o Kenneth Clark, el diputado más veterano de los Comunes, ministro con la señora Thatcher. El otro día comentó que quien diga que sabe lo que va a ocurrir en las próximas semanas con el brexit está mintiendo y creo que tiene toda la razón. Honestamente, creo que nos enfrentamos a tres o cuatro opciones igual de malas, cada una con sus propias desventajas. Se me cae el alma a los pies si pienso en un nuevo referendo, porque el último fue terrible y desagradable, pero quizá sea la respuesta. ¿Cómo puede una votación no ser democrática? No creo en ese argumento. Al mismo tiempo, el reloj sigue avanzando, y nos hemos metido en un buen lío.

-«Middle England» narra acontecimientos muy recientes, que debieron suceder casi al mismo tiempo que escribía. ¿Le resultó difícil esa falta de distancia?

-No, no demasiado. De hecho, disfruté con ese aspecto de la escritura. Lo había intentado antes en El círculo cerrado y creo que aprendí de aquellos errores. El problema era que la narración ya tenía una forma muy definida en mi mente y una conclusión, y estaba empeñado en seguir el hilo narrativo hasta ese punto, sin importarme lo que ocurría a mi alrededor en el mundo real. Creo que en ese libro hay un divorcio entre los acontecimientos políticos reales que intentaba reflejar y el camino narrativo que ya había elegido. En Middle England no hice eso. A diferencia de mis novelas, no tiene argumento, solo una sucesión de cosas que ocurren: relaciones que evolucionan, personas que se separan y se vuelven a juntar, esa clase de cosas. Pero no hay grandes misterios ni grandes arcos narrativos complejos. Solo quería seguir el río, por usar una de las metáforas del libro, de los sucesos del día a día, y dejar que arrastrase a los personajes en una dirección u otra. Me resulta más libre que El círculo cerrado.

«Ahora sabemos que Londres no es Inglaterra»

Una de las cuestiones que ha revelado el referendo es, a juicio de Jonathan Coe, la distancia que separa a Londres del resto del país.

-Londres votó mayoritariamente a favor de quedarse en la Unión Europea, mientras que el resto del país, sin contar Escocia, Irlanda del Norte y Gales, votó principalmente por salirse. Ese era el conflicto que quería reflejar en Middle England. Esta es una de las situaciones difíciles en las que nos hallamos. La ironía de esta situación es que el resto de Inglaterra odia a Londres, cree que recibe demasiada atención. Londres, mientras tanto, es el motor de la economía del país, y los impuestos de la City son una parte enorme de nuestra salud financiera. ¿Cómo resuelves esta relación de amor y odio entre Londres y el resto del país? Es imposible. Lo que ahora sabemos es que Londres no es Inglaterra, es algo muy distinto.

-En su novela aparece un «think tank», la Fundación Imperium. ¿La nostalgia por ese pasado como metrópoli ha influido?

-Diría que algo como la Fundación Imperium tiene la vista puesta en el presente y en el futuro. Es una organización mucho más despiadada y superficial que los conceptos de los que estamos hablando, pero sí, también se dan cuenta de que la nostalgia es muy poderosa como arma ideológica. No solo en la derecha, sino también la izquierda. Las políticas de Jeremy Corbyn, por ejemplo, buscan a un nivel determinado conectar con la época anterior a Thatcher, algo que en el pasado ha sido muy seductor para mucha gente, yo incluido.

-Otra cuestión importante de «Middle England» son los excesos de la corrección política, algo que parece relacionado con el «brexit»: priman más los sentimientos que los hechos.

-Creo que lo que dice un personaje al comienzo del libro es importante, y es que mucha gente, no solo entre los proeuropeos, sino entre los partidarios del brexit también, con el declive de la religión organizada, llevan vidas que pueden verse como vacías de sentimiento, sin dirección. Si el consumismo es lo único a lo que podemos aspirar, eso nos conduce a una especie de muerte interior, y en esas circunstancias llevas tus emociones a donde puedes, y si te enfadas por algo, aunque no te afecte personalmente, te devuelve a la vida. Creo que la indignación tiene una capacidad de seducción muy alta estos días y llena un vacío importante en nuestras vidas.