La parábola de la mosca azul

La Voz A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

EDUARDO PEREZ

El Circo del Sol trae a Galicia «Ovo», un espectáculo en el que 50 artistas narran la historia de una comunidad de insectos que debe aprender a aceptar a un extraño

22 dic 2018 . Actualizado a las 10:02 h.

Aruna Bataa es contorsionista. Nació en Mongolia y se crio en Brasil. A los 21 años envió un vídeo a la web del Circo del Sol y desde entonces entrena tres o cuatro horas al día para conseguir suspenderse en el aire con el único apoyo de sus labios sobre una barra poco más gruesa que una pajita de sorber refrescos. «Es el truco [una manera de hablar, aquí no hay truco] más difícil de todos. Acabo el número así, inmóvil, durante 15 o 20 segundos», explica la acróbata. Cuando recibió la llamada del Circo del Sol estudiaba Derecho para procurarse una vía de salida a su carrera artística. Diez años después, se ha formado como instructora de Pilates, trabaja con sus compañeros en la recuperación después de las funciones y calcula que los 35 son una buena edad para dejar el escenario. Le quedan cinco. Este viernes a mediodía, antes de los ensayos del primer pase de Ovo, el espectáculo dirigido por la escritora y dramaturga brasileña Deborah Colker que la compañía con sede en Montreal presentará en A Coruña hasta fin de año, Aruna Bataa no disimulaba sus ganas de conocer la famosa calidez del público español -«es que además venimos de Francia», deslizó alguien- y resumía lo mejor de su experiencia con una frase definitiva: «No imaginar nada al ver a alguien diferente», precisó rodeada de gente de 24 países.

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El Circo del Sol son personas y son números. Acrobáticos y números finitos para expresar las dimensiones de una compañía superlativa que ocupa a 4.000 trabajadores, 18 espectáculos fijos o itinerantes, en carpa o arena, representados simultáneamente en todo el mundo, 23 camiones y un centenar de personas rodando para cada uno, dos años de gestación desde la primera idea hasta la puesta en escena, 10 semanas de gira, dos de descanso, ocho semanas en casa al año, 44 fuera, 1.000 piezas de vestuario. en el caso de Ovo, con seis meses de vida estimada...  

«Trabajar aquí es un sueño, y la compañía nos trata muy bien», afirma el canadiense Nicolas Chabot, antes de contar una retahíla de bondades entre las que dormir en un buen hotel y en una habitación, tener un equipo de cocina permanente o un gimnasio siempre al alcance, y viajar a casa con los gastos pagados son palabras mayores. El actor austríaco Gerry Regitschnig vive en Bilbao y aquí se siente como en casa. Forma parte del Circo del Sol desde 1992 y en Ovo interpreta a un payaso sui generis, un maestro «al que amas u odias», advierte el cómico, admirador de Buster Keaton y curtido en el cabaret vienés.

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¿Y la función social de este Ovo lusófono? «La respuesta -afirma Chabot- está en el rostro del público y en la propia historia. Ovo narra lo que ocurre en una comunidad de insectos que reciben la llegada de un ser inesperado y extraño al que tienen que aprender a aceptar... Es algo actual, ¿no crees?». Hormigas, pulgas, arañas, saltamontes, escarabajos y luciérnagas, preocupados por el exotismo amenazante de una mosca azul y, por si fuera poco, enamorada.