La RAE elige un director para gestionar los retos económicos de la institución

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Juan Luis Cebrián (izq.), periodista y empresario; y Santiago Muñoz Machado, jurista y secretario desde el 2015, son los favoritos para dirigir la RAE
Juan Luis Cebrián (izq.), periodista y empresario; y Santiago Muñoz Machado, jurista y secretario desde el 2015, son los favoritos para dirigir la RAE MARCOS MÍGUEZ | BENITO ORDÓÑEZ

Cebrián y Muñoz Machado se perfilan como favoritos para la elección de este jueves

11 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En sus más de trescientos años de historia -se fundó en 1713- la Real Academia Española ha vivido toda clase de cambios sociales e históricos. Este jueves celebra la elección de su trigésimo primer director, una votación que simboliza además una otra mudanza, la designación de una nueva dirección que gestione los asuntos de la entidad en un entorno muy distinto. El advenimiento de la cultura digital y la crisis económica se han aliado para sacudir a la entidad, que ha tratado de adaptarse al nuevo contexto durante la dirección de Darío Villanueva, quien en octubre anunció que, tras cinco años como secretario y luego cuatro como director, prefería dar el relevo en el puesto. No en vano Villanueva argumenta que entendió que una de las misiones principales de su mandato era «contribuir a la creación de la Academia de los nativos digitales». En cambio, los molinos cuyas aspas comenzaron a girar con el viento de la crisis del 2008 han acabado por adquirir proporciones gigantescas, infligiendo un daño a las cuentas académicas que los nuevos patrocinios no han sido suficientes para paliar.

La gestión económica, el establecimiento de alianzas y la búsqueda de mecenas y los retos del español como idioma hablado mundialmente por casi 600 millones de personas en un escenario global son algunas de las cuestiones a las que se tendrá que enfrentar quien suceda a Villanueva. Aunque el director saliente defiende que comunicar su marcha fue un ejercicio de transparencia, no todos los académicos han creído conveniente un período tan largo entre el anuncio y la votación. Es un síntoma más de la división entre sus 46 miembros -que prefieren hablar de sensibilidades diferentes, más que de oposiciones-, convocados a votar este jueves. Los estatutos de la RAE establecen que los aspirantes no presenten sus candidaturas, sino que, en teoría, cualquiera de ellos puede resultar elegido. Aun así, son dos los nombres que parecen estar aglutinando esas respectivas «sensibilidades». Se trata del periodista y empresario Juan Luis Cebrián y el jurista Santiago Muñoz Machado. El primero tiene a su favor su experiencia como gestor, mientras que el segundo es el secretario desde 2015, un cargo ejecutivo que podría ser un tránsito a la dirección, como ocurrió en el caso de Villanueva. También podría ser una oportunidad para que dirigiese la RAE una mujer -son ocho frente a 38 académicos-, una circunstancia inédita en su larga historia pero que, por ahora, parece poco probable.

Una votación que podría no ser decisiva y que tendría que repetirse el día 20

Para que la RAE celebre la votación de este jueves es necesario que se reúnan en el pleno la mitad más uno de los académicos con derecho a voto. Para proclamar un nuevo director este necesitaría una mayoría absoluta. De no ser así, la elección se repetiría el próximo día 20, jornada en la que figurarían como candidatos los tres miembros que hubiesen recibido más votos, una posibilidad que toma fuerza ante las distintas posturas en el seno de la institución.

Quien resulte elegido no podrá negarse a ejercer el cargo, aunque los mayores de 78 podrían eludir esa responsabilidad. Lo sabe bien Villanueva -el único del que se puede decir a ciencia cierta que no saldrá elegido director, ya que ha pedido explícitamente a sus compañeros que se abstengan de votarlo-, quien en diciembre del 2009, convaleciente a causa de un accidente de tráfico, recibió la noticia de que había sido nombrado secretario: «Todos somos elegibles y todos tenemos la obligación de aceptar el cargo».