Si Tintín fuera español

J. B. MADRID / COLPISA

CULTURA

Roca posa con los dibujos de «El tesoro del Cisne Negro»
Roca posa con los dibujos de «El tesoro del Cisne Negro» EFE

Paco Roca se basa en la pelea entre los cazatesoros y el Gobierno central para dibujar una historia de aventuras

03 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Indiana Jones y el capitán Haddock son los malos de la película. El ministro es un idealista. Los funcionarios son quijotes que trabajan sin horario. El tesoro no es para quien lo ha desenterrado. Y todo es tan real como la vida misma porque Paco Roca ha colaborado con el diplomático Guillermo Corral para intentar acercarse a la historia del Odissey, la firma estadounidense que quería quedarse con la carga de la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes.

En El tesoro del Cisne Negro (Astiberri), la aproximación del autor valenciano al litigio que ganó el Estado español se llena de aventuras, intriga, divulgación, juicios y hasta persecuciones con un aire general que recuerda a Hergé. «Es muy Tintín por el tipo de personajes, pero lo que menos me gusta de esos cómics es Tintín. Es bastante anodino y, cuando tiene algo de personalidad, es repelente. Aunque es verdad que funciona muy bien, porque al no tener personalidad el lector se mete en la historia, es un poco la cámara», explica Roca, enamorado de la línea clara del belga y de sus dibujos hasta el punto de desvelar que su primer viaje internacional fue a Egipto, estimulado por Los cigarros del faraón. No obstante, el Tintín de Roca mantiene cierta ingenuidad, pero su idealismo se tambalea con el miedo.

Otros personajes surgen en las viñetas con los nombres variados sutilmente para evitar problemas legales, pero son fácilmente reconocibles. Frank Stern es Greg Stemm, el fundador de Odyssey Marine Exploration. «Estuvimos trabajando para que tuviese más protagonismo en la historia. En esta trama es un poco el malo y el expoliador, pero cuando ves un documental que hizo Odissey, y algunas entrevistas, lo entiendes un poco más. Cada uno se crea su personaje. Él se cree un aventurero, un arqueólogo, un Indiana Jones, y cuando lo ves desde otra perspectiva te das cuenta de que lo que le mueve es el dinero, que lo que hace no es serio», explica Roca para destruir cualquier imagen romántica a lo capitán Haddock. El político que se complica la vida es una mezcla entre César Antonio Molina y Ángeles González Sinde (Roca ha hablado con los equipos de trabajo de la época). «El ministro es idealista pero casi lo que le mueve es quedar bien delante de la prensa, esa prensa que mete el dedo en la herida, y lo que más le preocupa es salvar el culo», recuerda el autor. Roca señala como los buenos a los empleados del Estado y a un abogado estadounidense, porque «el funcionario, ese que no se ve, está haciendo el trabajo independientemente del político y de lo que defienda el Gobierno».

La aportación del diplomático Guillermo Corral, presente en gran parte del proceso del rescate del Odissey a España, se traslada al guion y a ese peculiar Tintín español.

Pero hay mucho más en la historia del intento furtivo de la compañía cazatesoros que quiso burlar a las autoridades y que perdió en casa (varios tribunales dieron la razón a España). «El 90 % es lo que pasó, hemos ficcionado muy poco. Hay partes para la novelización y la intriga, pero en el fondo es una historia de ficción que juega con factores reales, no es la realidad. No hay que tomarla desde esa óptica, aunque si buscan la información de Odissey se ve que hay poco margen para la ficción, encaja», defiende prudente Roca.