«Smallfoot», animación por la tolerancia

Miguel Anxo Fernández

CULTURA

Resulta paradójico que haya más chicha en una cinta como «Smallfoot» que en una de superhéroes como «Los Vengadores», por ejemplo

20 nov 2018 . Actualizado a las 12:38 h.

A las de animación, pedirles un óptimo empaquetado visual ya casi es lo de menos, porque les va en el sueldo, que se dice. De hecho, no asoman al mercado de pantalla grande sin haber superado antes ese test. Ahora les exigimos contenidos e incluso algunas osadías estructurales o narrativas, aunque no siempre hagan pleno. Si bien Smallfoot lo compensa en el discurso, orientado al público familiar, esto es, a pequeños y a mayores, no acierta con las canciones. Sobre todo porque apenas aportan a la trama, como no sea introducir la música a modo de distensión, o usarlas como subrayado innecesario. Pero en lo demás hace pleno. La apuesta de la división animada de Warner parece haber funcionado y, para muestra, la taquilla española, que en apenas tres semanas ya superará los tres millones de euros, cifra muy aceptable para un competidor de Pixar-Disney, y en un año flojo de espectadores.

Si en el dibujo, algo tan anecdótico como el pelaje de los yeti, o los ambientes nevados, son muy convincentes a ojos de un profano, más lo es su moraleja al incidir en temas tan gratificantes como el respeto al diferente, a lo diverso, y su apuesta en buscar la verdad más allá de los tópicos aferrados a la tradición. El joven yeti, al que hace tilín una chica de la aldea, pero cuyo destino es suceder a su padre en golpear el gong que todas las mañanas permite el amanecer, descubre casualmente la existencia de un «pies pequeños», léase un humano, que además es un reportero documentalista obsesionado con la popularidad, las redes y los índices de audiencia. Pero en la tribu le niegan el mérito del hallazgo, porque amenaza el establishment local y contradice a las sagradas piedras que a modo de mandamientos, porta el jefe en su indumentaria. Su insistencia, le llevará al destierro. Lo que venga después no es que sorprenda, pero está bien encauzado, finalizando con una moraleja en consonancia a lo que ahora demanda el público familiar, que busca valores para sus hijos. Resulta paradójico que haya más chicha en una cinta como Smallfoot que en una de superhéroes como Los Vengadores, por ejemplo...