«La casa del reloj en la pared»: nigromancias sin alma

eduardo galán blanco

CULTURA

La película resulta poco inspirada, construida a piñón fijo

21 oct 2018 . Actualizado a las 09:27 h.

De la mano de DreamWorks y Amblin, con la aquiescencia del magnate Spielberg, el director de salvajes películas de terror Eli Roth -Hostel, por ejemplo- se ha pasado al mundo del horror gótico infantil post Harry Potter. Lo ha hecho con la adaptación de las setenteras novelas de John Bellairs, construidas alrededor del siempre resultón binomio niños y magia, que son otro precedente de la creación de J. K. Rowling.

Estamos a comienzos de los años cincuenta, con los terrores reales de la Segunda Guerra Mundial aún recientes; un huerfanito de diez años se va a vivir con su excéntrico tío que vive en una casa gótica y encantada, habitada por sillones vivientes y libros voladores; en fin, el pariente resulta ser un hechicero de magia blanca que convive en extraña coyunda con una misteriosa bruja, ambos buscando un peligroso reloj que regula el Juicio Final y que se haya escondido entre las paredes de la mansión.

A los que somos algo quisquillosos y carecemos de buenas tragaderas, la película nos resulta poco inspirada, construida a piñón fijo, apoyándose en un aparente empaque visual pero sin el encanto macabro que tenían las ilustraciones que hizo Edward Gorey para los libros originales de la saga.

A falta de nervio, al menos agradecemos la presencia bufa de Jack Black intentando imitar a Vincent Price y la elegancia suprema de Cate Blanchett -¡cómo toma el té!-, maga estilizada y felina, vestida de morado, que lleva la numeración de algún campo de concentración en su brazo y que le cuenta al niño protagonista que ella fue la inspiración parisina de Salvador Dalí, ablandando su reloj de pulsera. Además, también está un irreconocible Kyle MacLachlan, tuneado con arrugas podridas, y la magnética actriz de cabecera de Roth, Lorenza Izzo -inefable ecologista depredada en la repelente El infierno verde-, subyugando con apariciones de ultratumba, obsequiadas a su pobre hijito. Y los cinéfilos reflexionaremos una vez más sobre lo duro que es envejecer en las películas, viendo a Colleen Camp, playmate Mayo de Apocalypse Now y estrella de la comedia americana de los ochenta, haciendo aquí de una anciana y poco honorable vecina con desagradable sorpresa.