La ferocidad de Gaspar Noé en «Clímax» triunfa en Sitges

josé luis losa SITGES / E. LA VOZ

CULTURA

EUROPA PRESS

El gallego Guillermo Oliveira gana la sección Nuevas Visiones

14 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocos directores despiertan un nivel de controversia como Gaspar Noé. Pero incluso muchos de quienes detestan su cine reconocieron ya cuando Clímax ganó la Quincena de Realizadores en Cannes el trepidante ejercicio de estilo de esta orgía coreográfica, de este danzad, danzad, malditos, el cual, en una decisión valiente, el jurado del Festival de Sitges ha elegido como la mejor de entre 32 películas a concurso.

Clímax comienza con un poderosísimo plano secuencia barroco, de un virtuosismo desbordante, que nos introduce de lleno en una rave enloquecida que vira de la armonía a las disonancias, del vitalismo a una oscuridad tenebrista, del musical lisérgico y alegre a un esquinado y dantesco laberinto del horror, de los muertos que bailan sobre sus propias tumbas.

De las otras cuatro grandes películas que primaban en el concurso, una de ellas, Lazzaro Felice, de Alicia Rohrwacher, obtiene la plata del certamen, el Premio Especial del Jurado. Su revisión mágica del neorrealismo con ecos de Milagro en Milán es el contrapunto perfecto de luz a la asfixia existencial de Clímax. Y es para mí inexplicable que queden sin lugar alguno en el palmarés la coreana Burning, acercamiento soberbio al Mal de Lee Chang-dong; la francesa Un cuchillo en el corazón, donde Yann Gonzalez brilla en su revisión de un género como el giallo y en su juego de metaficciones fascinantes ambientadas en el cine porno gay; y la norteamericana Under the Silver Lake, en la cual David Robert Mithell hilvana un trenzado prodigioso donde los ecos del clasicismo se reflejan en la posmodernidad, en un hermanamiento entre Hitchcock y DonDelillo, Brian de Palma y Thomas Pynchon.

 De entre los filmes restantes no parece descabellado galardonar el trabajo de dirección de Pan Cosmatos en el revenge psicotrónico de Nicolas Cage, la notable Mandy. Andrea Riseborough, premiada como mejor actriz, es lo más destacable de Nancy, irregular obra sobre la Red y sus posverdades. Me subleva que el histrión Hasan Majuni vea sus excesos considerados como los de mejor actor en Pig, humor negrísimo que pone sal en la herida de la represión de los cineastas en Irán. Y es despropósito que un filme sin argumento, las ocurrencias del pseudo absurdo de ese genio de la nada llamado Quentin Dupieux, se lleve el mejor guion por Au Poste.

Se entiende muy justo que el vigués Guillermo Oliveira vea reconocido Desenterrando Sad Hill, su excurso al cementerio o fábrica de sueños donde Sergio Leone rodó el legendario desenlace de El bueno, el feo y el malo, como mejor película de la sección Nuevas Visiones. La mirada de Oliveira es una delicada y muy hermosa elegía por los poblados fantasma que habitan en la memoria crepuscular. Y su película -en salas en unos días- es decantación nada impostada de amor al cine y sus reverberaciones en el tiempo como mito desencajado.