Fallece a los 91 años el libérrimo dramaturgo, poeta y pensador turinés Guido Ceronetti

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

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Dedicó gran parte de su vida al teatro y al estudio de los clásicos, pero siempre desde una visión radical, crítica y renovadora

14 sep 2018 . Actualizado a las 07:50 h.

Vivía retirado en su casa de Cetona, en la provincia italiana de Siena, dedicando su tiempo a su gran amor: los libros. Allí había decidido pasar sus últimos años, solo un tanto pendiente de la llamada de la muerte y únicamente temeroso de que su final fuese un calvario de dolor o una agonía de habitación de hospital. «Lo más tranquilizador que pueden decirnos cirujanos y cancerólogos es: ‘‘Demasiado tarde’’», proclamaba en su libro Los pensamientos del té, que editó en castellano el pasado mayo el sello Acantilado, en cuyo catálogo se puede encontrar lo más granado de su producción, como El silencio del cuerpo, quizá su obra más reconocida.

El poeta, dramaturgo, escritor, periodista, ensayista, filósofo, periodista, narrador y traductor turinés Guido Ceronetti (1927) había cumplido 91 años el pasado 24 de agosto. Una bronconeumonía se lo llevó en la mañana de ayer, dejando a Italia huérfana de uno de sus pensadores más libérrimos e irrepetibles. Su mirada de indignado radical se nutría, puede parecer que paradójicamente, de los clásicos, a cuyo estudio dedicó su vida, aunque siempre con una perspectiva personalísima, lúcida, diferente, crítica, chispeante y renovadora. Su incisivo rigor no invalidaba su sentido del humor ni impedía que, como hombre de teatro y de títeres, tuviese en cuenta la búsqueda de la faceta lúdica de las cosas: divertir y entretener al público. Esa vocación es quizá la que lo mantuvo muy activo sobre las tablas y dispuesto a colaborar en proyectos escénicos con los jóvenes.

En 1970, recordaba ayer Efe, fundó con su mujer, Erica Tedeschi, el Teatro dei Sensibili, que a partir de 1985 se convirtió en una compañía de actores itinerante y con la que Ceronetti se pasó un tiempo de su vida viajando como actor. «En el teatro, y no del teatro, he vivido como clandestino con un billete en el bolsillo, entregado por el destino», solía decir, restando importancia a su talento como actor, si bien es cierto que a ver sus obras asistieron figuras de la talla de Luis Buñuel y Federico Fellini.

Su último libro apareció en septiembre (Messia), mientras que en marzo publicó (Regie immaginarie), que recogía sus apuntes sobre maestros como Dostoyevski, Chéjov, Zola y Conrad.