Festival de Venecia: obras mayestáticas del griego Lathmios y el mexicano Cuarón

josé luis losa VENECIA / E. LA VOZ

CULTURA

TONY GENTILE | Reuters

Hay bastante misoginia en la pelea en el barro entre Emma Stone y Rachel Weisz en «The Favourite»

31 ago 2018 . Actualizado a las 08:00 h.

Continúa esta Mostra su paseo por las nubes. Presentaban película dos popes del cine de este siglo, el mexicano Alfonso Cuarón y el griego Lanthimos y -por rutas bien diversas- ambos ofrecieron imágenes ya no perdurables sino imperecederas. Cuarón, que venía de las lejanas distopías de Hijos de los hombres o del aún más disonante espacio exterior de Gravity, nos abruma con Roma, un viraje hacia lo real que, más que una toma de tierra, es abrazo telúrico de una grandeza autoral y humana inusitada. Recoge en ella la vivencia de una familia en el México del año 70, filmada en blanco y negro. Es un retablo de clases -el arriba y abajo de la servidumbre indígena y la oligarquía hispánica- medido en su frontal y decente acercamiento desde los recuerdos honestos del niño bien que debió de ser Cuarón. Y su gran angular exhala de modo áureo la esencia de ese tiempo, la nostalgia con algo de The Last Picture Show (cines que proyectaban películas de Louis de Funes) bien entendida de un país que no era aún estado fallido sino otra cosa, jerárquica al extremo, con la ominosa dictadura perfecta del PRI insinuada de fondo y los ecos de la todavía reciente matanza de Tlatelolco reverberados en una explosión de violencia que agita la estilizada, sólida, precisa crónica de familia. Una secuencia en la cual asistimos a lo que parece un múltiple ahogamiento en el mar, producido en un fuera de campo, resume -como lección de cine descomunal- las dimensiones de Roma como obra maestra que complementa y abre un respiradero de ternura en el México de la sangrante impiedad que ha monopolizado la generación de Reygadas, Escalante o Michel Franco.

Solo un año después de llegar a las cimas del cine de la crueldad en El sacrificio de un ciervo sagrado, Yorgos Lanthimos parece aflojar la ya insuperable insania destilada en obras de genio avasallador. The Favourite, ambientada en la corte dieciochesca de la reina Ana de Inglaterra (excelente Olivia Colman), es algo así como una reversión de Las amistades peligrosas en una bizarra pelea en el barro entre mujeres, con la pugna por el puesto de favorita de la reina, en clave lésbica, entre Rachel Weisz y Emma Stone, una Eva al desnudo que deja a Anne Baxter rebajada a Sor Citroën. Lanthimos deja que un humor correoso penetre en esta nueva pieza donde cada plano es una apabullante exhibición de puesta en escena donde palpita el sadomasoquismo de las relaciones de dominio marca de la casa. En medio de esta batalla en el fango y entre sábanas me deja alguna duda el tratamiento de ese pulso saturnal. Como si esa opulencia destilase un fondo de misoginia no sé si consciente de su quizás turbio deslizamiento.