Cristina Paz Pérez. 10 años. A Coruña. Estudiante
22 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Había una niña que se llamaba Leanah, le encantaba leer, y quería ver el mar. Un día, como cualquier otro, su padre llegó a casa, pero en su boca no estaba dibujada la sonrisa de felicidad con la que siempre llegaba a casa. Parecía muy preocupado. A partir de ahí, sus padres ya casi no tenían tiempo de jugar con ella, y se extrañó que ya no la llevaran al parque. Pasaban los días, y su padre y su madre estaban cada vez más preocupados, hasta que una noche le pidieron que bajara por un túnel. Al final de él, sus padres le entregaron un mapa y le dijeron que lo siguiera, que se tenían que separar y que se volverían a encontrar. Leanah cruzó Paquistán desde Lahore hasta Karachi y de allí cogió un barco que la llevaría cerca de Basora. Había estado muy asustada durante el camino, pero ahora lo estaba todavía más, ya que atravesaría países diferentes. Hizo el trayecto Basora-Beirut pasando por Siria y atravesando su guerra. En Beirut se subió a una patera y a medida que pasaban los días, fue perdiendo sus esperanzas, y escuchando y entendiendo, su historia y la de los demás, a pesar de que solo tenía 8 años.
Al cabo de una semana más, Leanah vio un barco y pensó que los iba a rescatar, pero cuando estuvo más cerca y leyó un mensaje que había en él, todas las niñas se asustaron y todos empezaron a remar más rápido, porque era un barco de unas personas que no querían que las niñas estudiasen. Cuando ya habían perdido casi todas las esperanzas, un barco de una ONG letona los vio y los rescató, salvándolos así de que el barco talibán los atrapase.
De camino a Riga, Leanah estaba muy contenta. Y uno de los motivos era porque podía ver el mar tranquilamente, sin tener que huir. Allí en Riga, la ONG consiguió contactar con los padres de Leanah y de algunos más. Ella y sus padres se quedaron a vivir allí y Leanah pudo estudiar y fue muy feliz. Y así termina la historia de Leanah, la niña que huyó para estudiar.