Vicente Verdú, el filósofo de lo cotidiano

Miguel Lorenci MADRID / COLPISA

CULTURA

RAQUEL P. VIECO

Sociólogo, escritor y periodista, ganó premios como el Anagrama y el Espasa de ensayo

22 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«No me siento un filósofo, pero me gusta la filosofía. Mi pretensión, sin embargo, es adensar esa emoción, devanarla después para vivir la experiencia de la sorpresa». Así hablaba de sí mismo Vicente Verdú, periodista, sociólogo, escritor y filósofo de lo cotidiano que murió este martes, a los 75 años, en Madrid, tras un larga enfermedad. Durante su dilatada carrera alumbró una veintena de libros y atesoró distintos premios, del González-Ruano de periodismo, al Anagrama de ensayo por El planeta Americano o el Espasa del mismo género por Señoras y señores (Impresiones desde los 50).

Nacido en Elche (Alicante) en 1942, Verdú se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y era miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. En los últimos años se había entregado a la poesía y a la pintura. Fue autor de unos heteróclitos trabajos en los que prima el análisis sociológico de lo cotidiano. Diseccionando y desmenuzando muchas de nuestras emociones y hábitos, abordó asuntos como la relación entre la sociedad y el fútbol. Su obra fue así una clara reivindicación de los instantes de la vida corriente y la búsqueda de un punto de observación todo lo distante y lúcido de que pudo para mirar el hogar, el sexo, el despertar, los lunes, el trabajo o el miedo a envejecer. También estuvo ligado al diario El País, donde dirigió las secciones de opinión, cultura y pensamiento.

¿Qué relación establecemos con el cepillo de dientes o con unas sábanas nuevas? ¿Qué determina nuestro comportamiento en la farmacia o en la cafetería? ¿Cómo practicamos y soportamos la mentira o la envidia?. ¿Nos atrae más un muslo o una oreja ajena? Estas eran algunas de las cuestiones que inspiraron Emociones, otro destacado ensayo de Verdú, autor también de Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, Días sin fumar, China superstar, Emociones o Señoras y señores. La muerte, el amor y la menta, fue su última cita con el lector, un poemario surgido «de una absoluta sinceridad y libertad creativa». «Siempre hay gente muy capaz dispuesta a abordar y analizar las grandes cuestiones -concedía Verdú- pero pocos se ocupan de asunto aparente insignificantes en los que es posible la emoción». Esas pequeñas emociones «son en muchos casos verdaderamente diferenciales», aseguraba.

No se consideraba un filósofo, pero reconocía practicar una suerte de personal filosofía de nuestra cotidianeidad, descubriendo detalles significativos allí donde el común de los mortales ven una nimiedad o una insignificancia. Quería seguir la estela de las Mitologías de Roland Barthes, los ensayos de Gaston Bachelard o algunos de los textos de Umberto Eco en sus colecciones de Diario íntimo.

Jorge Herralde, patrón y alma de la editorial Anagrama, veía en Verdú a «un ensayista muy moderno que no ha sucumbido al síndrome de Estocolmo respecto de Estados Unidos». Así lo dijo el editor al otorgarle el premio Anagrama de Ensayo en 1997 por El planeta americano, un texto en el que según Herralde «Verdú nos brinda uno de los retratos de lo más acerado de este imperio del que se dice que somos una colonia y que podría ser un espejo de nuestro futuro a corto y medio plazo».