Alberto de Frutos Dávalos. 38 años. Periodista
19 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Rita echa a correr hacia el coche entre exabruptos. No comprendo su apremio hasta que saluda a un guardia de tráfico que le está poniendo una multa. El guardia le indica la señal rojiazul de estacionamiento prohibido y le explica que, sintiéndolo mucho, no puede faltar a su responsabilidad. Rita trata de camelárselo.
-Verá, señor, hemos venido a pasar el fin de semana para que mi novio español pueda conocer a mi familia. Planeamos casarnos dentro de unos meses -se explaya.
-En ese caso, lo perdono -resuelve el guardia, enternecido.
Rita le da las gracias y lo inciensa con un impúdico hisopo de vaivenes de cabeza y esforzadas sonrisas. No contenta con la pantomima, se saca la cartera del bolsillo y le planta un billete en la palma de la mano. El guardia corresponde a su generosidad con otro recital de lisonjas y mi novia le pregunta si conoce a su padre, el señor P... Radiante, el guardia exclama:
-¡Cómo no lo voy a conocer! ¡Es un buen hombre! Si yo lo hubiese sabido…
Se hace el silencio y Rita le ruega que espere un minuto, que lo avisará para que puedan saludarse. El guardia se queda en el patio, mientras mi novia reclama a gritos a sus padres, que bajan del ático sin urgencias. Rita les cuenta sus peripecias y su padre conviene recompensar al benefactor. La madre le ofrece una bandeja con té y bollos y, discretamente, le da un sobre con unos billetes dentro. Hincado de rodillas, el tipo se deshace en bendiciones hacia sus protectores y se arrastra para besarles los pies.
-Nosotros somos los agradecidos -insiste mi suegro.
Rita y yo volvemos al coche. Ella se sienta al volante.
-En resumidas cuentas -le digo-, habéis pagado a ese rufián más que si os hubiera puesto la multa…
-¡No has entendido nada! ¡Socorro! ¿No decís en España que obras son amores y no buenas razones?
-¡Sí, claro! Cuidado, cariño, el semáforo está en rojo, aunque casi preferiría que te lo saltaras.