Claude Lanzmann, el cineasta que levantó la memoria de la «Shoah»

H. J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

JOEL SAGET | afp

El documental que filmó el realizador francés es hoy un gran monumento contra el olvido del Holocausto nazi

06 jul 2018 . Actualizado a las 07:55 h.

Cuando Primo Levi visitó Auschwitz en junio de 1982, casi cuarenta años después de sobrevivir a su confinamiento, el escritor italiano confesaba que le hacía más daño entrar en un tren de mercancías que volver a ver los escenarios del campo de exterminio nazi. «Haber viajado durante cinco días en un vagón de carga sellado [...] es una experiencia que no se olvida», admitía. Pero Levi, como otros, falleció años después, y sus voces se apagaron; quedan, claro, sus textos, imprescindible lectura para tratar de entender la dimensión de la masacre, lo ocurrido en aquella Europa del Holocausto. Ante el temor de la pérdida de la memoria, y el afloramiento de los negacionistas, han surgido trabajos que recuperan el testimonio de los judíos, por boca de los supervivientes o de familiares y allegados. Ahí estaba el cineasta, escritor, periodista, productor y filósofo francés (de padres judíos) Claude Lanzmann, que, cámara en mano, comenzó en los años 70 su cruzada antifascista contra el olvido. De las 350 horas de rodaje, que efectuó entre 1974 y 1981, con conversaciones con los protagonistas y víctimas del exterminio, el realizador dejó el documental en poco más de nueve horas y media, un filme en que invirtió once años de trabajo, pero que, a la postre, fue su gran proyecto vital. Hoy -Shoah (en hebreo, «catástrofe», «destrucción»)- se ha convertido, por derecho propio, en uno de los mayores y más desgarradores monumentos cinematográficos contra el genocidio, en una creación imprescindible para comprender lo que fue el siglo XX. «El trabajo cinematográfico de Lanzmann dejó una huella indeleble en la memoria colectiva y dio forma a la conciencia del Holocausto en los espectadores de todo el mundo, en estas y otras generaciones», alabó ayer el director del Museo Yad Vashem, Avner Shalev, en un comunicado, tras conocerse la muerte del cineasta a los 92 años. «No me interesé por los campos de concentración, sino por los de exterminio, donde no se planteaba la supervivencia. Tuve que construir la película a partir de la nada porque no hay huellas de aquello; el extermino era eso: un gran secreto», afirmaba Lanzmann, cuya gran divisa fue siempre «preservar la verdad».