Viaje epistolar a los últimos días de los Románov

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Un nuevo libro reconstruye con cartas y diarios las circunstancias de la muerte del zar y su familia

04 jul 2018 . Actualizado a las 17:49 h.

Desde su abdicación en febrero de 1917 y su ejecución el 16 de julio de 1918 Nicolás II, el último zar de Rusia, y su familia, vivieron un período de incertidumbre y cautiverio que ahora reconstruye un libro a partir de cartas, diarios y otros documentos de los propios Románov y de quienes los trataron. Hoy llega a las librerías Románov. Crónica de un final: 1917-1918. Correspondencia y memoria de una familia (Páginas de Espuma), que ensambla, en traducción de Tatiana Shvaliova y con la colaboración de Ezra Alcázar, esa multitud de fragmentos para llevar al lector al lado mismo de Nicolás II. Hay todo un arco temporal entre la primera de las cartas, de la zarina Alejandra a su marido, del 22 de febrero de 1917, y el comunicado de los sóviet de julio del año siguiente que informa del fusilamiento del zar, «culpable ante el pueblo de innumerables crímenes sangrientos». Si en la primera misiva Alejandra todavía le reclama a Nicolás que muestre su «mano poderosa» porque la naturaleza eslava lo que pide es crueldad y amor profundo, a lo que a continuación asiste el lector es al desmoronamiento de su mundo tal y como lo han concebido hasta el momento.

Además de mostrar el desarrollo de la historia, con sus meandros y titubeos, el libro destaca por el retrato íntimo de la familia. En estas páginas se recogen la religiosidad de la zarina y su vínculo con Rasputín -a quien llama «Amigo»-, la frágil salud de los hijos -la debilidad de Aléksei y el sarampión de sus hermanas- o los apodos y diminutivos de uso corriente, Nicky, el zar, Solecito la zarina, testimonio del intenso amor que destilan sus cartas.

También aparecen las circunstancias que rodearon los traslados y encarcelamientos de la familia, en las duras condiciones del invierno ruso. Llegada la primavera, el zar anota en su diario que juega al backgammon y lee Guerra y paz. Dos meses después se lo llevarán en medio de la noche, mientras pregunta, desconcertado: «¿Qué? ¿Qué?».