Arantza Portabales: «No soporto que me digan que este libro es una novela de mujeres»

núria martínez MADRID / E. LA VOZ

CULTURA

Jessyca Ocampo

La autora publica en castellano «Deje su mensaje después de la señal», que también saldrá en italiano y alemán

12 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ganadora del Premio de Novela por Entregas de La Voz de Galicia con Sobrevivindo, Arantza Portabales (San Sebastián, 1973) se está convirtiendo en una de las autoras revelación gallegas. Su segunda novela, Deje su mensaje después de la señal, publicada inicialmente en gallego por Galaxia y finalista del premio San Clemente, se traducirá al italiano, al alemán y al hebreo. La editorial Lumen ha publicado su versión en castellano y augura que tendrá éxito en muchos más países. Además, tiene también una novela negra en gallego en camino.

Regístrate gratis y recibe cada mañana en tu correo las principales noticias del día

-Ha pasado de escribir microrrelatos a triunfar como autora de novela en diferentes países. ¿Se esperaba este éxito tan repentino?

-Soy tan ajena a los círculos literarios que pensaba que era normal que se tradujese a otros idiomas. Yo no sabía que era tan difícil. Lo único que quiero es contar historias y que la gente las lea. Es un libro que escribiéndolo lo he sentido mucho y estoy viendo que la gente mientras lo lee también lo hace. Creo que son historias normales que llegan a todos los públicos y a todas las edades. También a gente con distintas percepciones literarias.

-Entre otros premios, obtuvo el Premio de Narración Breve de la UNED y ganó el del Concurso de la Microbiblioteca de Barberà del Vallès. ¿Se ha sentido cómoda con una novela que no es de microrrelatos?

-Sí, creo que ha sido la transición. Me he ido a la novela pero con la red debajo, que es la del microrrelato. Es decir, me he movido contando mucho con poquito, haciendo que el lector imagine y piense. También he hecho lo que nos gusta hacer a los microrrelatistas, que es golpear duro y fuerte al final de cada capítulo. Todas estas armas me han servido para hacer una novela construida con pequeñas teselas que encajan.

-Una de las claves de su novela es que de cada personaje puedes hacer un retrato psicológico. El lector empatiza en seguida.

-¡Sí! La gente empatiza con las cuatro. Yo soy muy Marina [una de los personajes], que es abogada como yo… Pero también soy madre e hija. Alguna vez he estado tan perdida como Sara y alguna vez me han tocado el culo como a Bibiana. A todas nos miran las tetas…. Precisamente, valoro mucho lo que me dicen los hombres sobre la novela. Me encanta que los hombres estén escuchando lo que pensamos las tías. Que escuchen lo poco que nos gusta que nos miren las tetas en el bus. No soporto que me digan que este libro es una novela de mujeres. Es una novela en la que hablan mujeres y además hablan con hombres. Es como decir que Robinson Crusoe es una novela de hombres.

-¿Es una novela que busca la sororidad entre mujeres?

-Sí hay cierta sororidad. Allí se ve la necesidad de apoyarnos. Estas mujeres se apoyan mucho, a pesar de que sea a través del contestador. Las cuatro tienen en común que están muy solas y que necesitan contar lo que les pasa. Hay gente que me dice que son muy almodovarianas. No lo son. También hay quien me dice que me he subido al carro del movimiento Me too. Es bueno porque la novela está escrita hace dos años. No me he subido al carro de nada. Hace tiempo que las mujeres hablamos de cómo nos sentimos. Si ahora nos están escuchando, es otra cosa.

-Las protagonistas de la novela se abren con el contestador de una manera que seguramente no harían tomando un café con una amiga. ¿Se trata de un reflejo de la no comunicación del siglo XXI?

-Yo les cuento cosas a amigos míos que están lejos por WhatsApp que igual no le contaría a alguien que tuviese al lado. Poner una barrera hace que nos soltemos más. El contestador no te va a juzgar. Yo cambiaría la frase y diría: Los niños, los locos, los borrachos y las chicas del contestador siempre dicen la verdad. No obstante, en las redes todo es mentira. Somos altos, rubios, reciclamos con 18 cubos de basura y acogemos a refugiados. Las chicas del contestador sí se cuentan todas sus miserias. No es como en las redes.