Músicos gallegos piden que los menores puedan entrar en las salas de conciertos

Javier Becerra
Javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

PACO RODRÍGUEZ

Los profesionales consideran que la Xunta debería regular expresamente ese acceso

06 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Si cuando tenía 14 años a Xoel López le hubieran vetado el acceso el Playa Club de A Coruña a lo mejor hoy tendría otra profesión. «Fue viendo a Los Flechazos -recuerda-. Yo hoy me dedico a esto por aquello, por la sensación de palpar la música, estar en primera fila e imaginarme cómo sería subirme ahí», recuerda. Poco después, daría su primer concierto en el ya desaparecido pub Oh. Aún era menor. «¿Qué hubiera sido de mí sin esos pequeños locales?», se pregunta.

Por ello, el músico coruñés se postula totalmente en contra de la idea de que un menor de 18 años no pueda entrar en un concierto en una sala: «Es algo ridículo y en eso soy totalmente radical. Me parece fundamental que los niños puedan ver conciertos. No me vale la excusa del alcohol porque es algo que está en todas partes y no pasa nada».

También se muestra tajante Sés. Habla incluso de «unha criminalización da cultura por parte do sistema neoliberal que pretende afastar da xente a cultura máis social». Para ella este tipo de vetos suponen un perverso cambio de conceptos: «Prohíbese en lugar de educar. É unha gran hipocrisía que un rapaz poida ir a un teatro onde hai un bar onde se vende alcohol e non a unha sala».

En el caso de Amaro Ferreiro, los recuerdos de sus primeros conciertos en salas resultan emotivos. «Era la época en la que iba a ver a Los Planetas, con 16 años. También los Posies. Jon Auer me dio su púa al finalizar el bolo y fue muy emocionante. Con esa edad ir a un concierto es algo mágico y que te marca para siempre. Creo que forma parte de la educación de un adolescente», opina. El músico vigués habla de que «se celebran fiestas del vino por todas partes, donde se venera el alcohol públicamente, y no sé a qué viene esto de que el problema es un concierto». Considera que se trata de «algo político que nos está haciendo mucho daño, no se puede legislar con leyes antiguas hechas para otra cosa».

Revelación en la sala Nasa

Otra que percibió la llamada de la música sintiéndola a un palmo de distancia fue Susana Saavedra, cantante de la banda de Boiro Agoraphobia: «Tenía 16 o 17 años y vi a Triángulo de Amor Bizarro en la antigua Sala Nasa de Santiago». Lo tuvo claro enseguida: «En ese momento decidí que yo quería hacer lo mismo». «Me parece una injusticia que los menores no puedan entrar en una sala», señala. «No se entiende que la ley se cumpla según convenga. Porque, luego, hay adolescentes en pubs un sábado de madrugada. Debería regularse y, además, concienciarnos de que la cultura tiene que ser universal. Si queremos público en conciertos y variedad musical tenemos que educar».

Rosa Costas, la cantante de Aerolíneas Federales, sufrió de cerca el problema del veto a menores. «Íbamos a ver a The Riggos, el grupo de mis sobrinos en Vigo, y a mi hijo de 15 años no le dejaron entrar pese a estar acompañando de sus abuelos», explica. «Esto no puede seguir ocurriendo. Tienen que regularlo claramente», añade. Obviamente, en los ochenta no ocurría lo mismo: «Yo no recuerdo si tenía 17 o 18 años cuando fui al Satchmo a ver a Siniestro Total, pero es algo que a esa edad disfrutas a tope, saltando y botando».

Precisamente, el cantante de Siniestro Total, Julián Hernández, viaja a una época donde todo era aún peor: «Cuando empezamos no había salas como ahora. Y si había un concierto en una discoteca no entrabas». Puntualiza que la ley (la del alcohol) permite entrar al menor acompañado de un adulto. «Se le pone una pulsera y ya está», opina. Sin embargo, el catálogo de espectáculos contradice eso, apelando a sesiones especiales donde ni siquiera puede estar expuesto el alcohol. «Estamos sumidos en el caos. Eso es el absurdo. ¡Si en un supermercado ya lo ven expuesto todos los días!», reprueba.

La Comunidad de Madrid, Aragón y Valencia han cambiado sus leyes eliminando el veto

La Lei de Espectáculos de Galicia no ha regulado el acceso de menores de edad a las salas. En ese sentido, remite a la otra legislación vigente. Queda así el sector con la misma nebulosa jurídica que denunció en los últimos años. Pero con un agravante: cada vez son más los padres que quieren ir con sus hijos a ver espectáculos musicales. Se trata de una demanda que va en aumento.

Chocan la Lei de Prevención do Consumo de Bebidas Alcohólicas en Menores de Idade (que permite el acceso del menor acompañado de un mayor de edad responsable) y el Catálogo de Espectáculos Públicos de la Xunta (que impediría en el caso de haber chicos de entre 14 y 18 años la venta de alcohol en el local e, incluso, el acceso de mayores de 18). A ello hay que sumarle las normativas municipales que subrayan el veto. Es el caso de A Coruña, por ejemplo.

Otras comunidades autónomas solventaron la situación cambiando la ley y dejando claramente delimitado cómo pueden acceder los niños y adolescentes a los conciertos. En la Comunidad de Madrid, tras la presión de la plataforma Queremos Entrar, llegó ese cambio a finales del 2015. Allí los chicos de 16 y 17 años pueden ir a «bares especiales, salas de fiestas, de baile, discotecas y establecimientos similares» siempre que haya una actuación en directo. Los menores de 16 también podrán si van acompañados de sus padres. Al finalizar el concierto no se les permite quedarse en el establecimiento.

En Aragón el cambio llegó en el 2016, adoptando una mecánica similar a la de Madrid. En Valencia se fue un poco más allá y desde este año los jóvenes de 14 y 15 años pueden ir a conciertos en salas con una autorización de padre, madre o tutor. Estos tendrán que acompañar al niño cuando sea menor de 14 años.