De cuando Pessoa escribía en inglés

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Rescatan un cuento de juventud que el poeta luso atribuyó a su heterónimo Alexander Search

29 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Alexander Search es una muestra de la precocidad de Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935), no solo como autor, sino como muñidor de personalidades varias tras las que ocultarse y multiplicar y difuminar su yo creativo. No es uno de sus heterónimos más conocidos, pero sí uno de los más populares entre los que utilizó para escribir en inglés, como son Horace James Faber y Charles Robert Anon -o incluso el hermano del primero, Charles James Search-. Siendo apenas un adolescente, cuando estudiaba en el Liceo de Durban, se sirvió de Alexander Search para enviarse cartas a sí mismo y escribir poemas mayoritariamente en inglés. Estos English Poems alcanzaron cierta notoriedad, y vivieron una especie de bum el año pasado cuando, paralelamente a la preparación del concurso de Eurovisión, el cantante luso Salvador Sobral se incorporó al proyecto del pianista Júlio Resende, la banda de rock electrónico Alexander Search, que pone música a un hatillo de aquellos juveniles versos de Search.

Aunque a los diecisiete años Pessoa regresó de Sudáfrica -adonde lo había llevado el segundo matrimonio de su madre, con el cónsul de Portugal en Durban, y donde se educó en inglés-, no renunció a su querido Search. Tampoco renunció a esa formación adquirida; es más, fue la que le permitió vivir modestamente el resto de sus días, muy a su pesar, como traductor de la correspondencia comercial al inglés (también al francés) en las oficinas, en la lisboeta Rua da Assunção, de Felix, Valladas e Freitas Lda (uno de los socios de la compañía, Mário Nogueira de Freitas, era primo de Pessoa).

Dos años después de volver a Portugal, en torno a 1907, por ejemplo, escribió el cuento A very original dinner, que, como, en buena medida, todas las prosas de ficción del autor del Libro del desasosiego, permaneció relegado a un segundo plano -quizás con la única salvedad de El banquero anarquista- frente a la poesía. Es un relato con ribetes góticos, elementos de enigma, intriga, misterio, horror en el que pueden percibirse claramente ecos de Poe y de Conan Doyle (o de su contemporáneo Edgar Wallace, cuyas novelas estaban entre sus preferidas) y que bien podría emparentarse con los cuentos policiales de Pessoa que protagoniza su personaje Abílio Quaresma (editados no hace mucho por Acantilado bajo el título Quaresma, descifrador). Hay en Una cena muy original deudas con sus lecturas de juventud, pero también «preocupaciones narrativas» que pueden entenderse en relación con reflexiones y análisis que refleja su ensayo Detective Story, en el que trabajaba por aquellos años y que nunca concluyó. 

Divertimento intelectual

Consideraba Pessoa el género como un dignísimo «divertimento intelectual» y se vanagloriaba de esta convicción ante quienes despreciaban su valor. «Un libro de estos autores, un cigarrillo de a cuarenta y cinco la cajetilla, la idea de una taza de café -trinidad, cuya unidad conjuga la felicidad para mí-, en esto se resume mi felicidad. Tampoco será para tanto, cierto. Pero una persona con sentimientos intelectuales y estéticos no puede aspirar a más con el ambiente actual en Europa. Tal vez para estos señores sea motivo de asombro, no que estos sean mis autores predilectos y de cabecera, sino que confiese que lo son».

A medio camino entre la novela policiária y el conto de raciocínio, el humor, el tono jocoso-paradójico, que roza lo surrealista por momentos, diluye cabalmente el peso del horror en Una cena muy original. Su potencia fantástica se ve a su vez lastrada por esa postura tan cerebral, como de juego, de actitud casi teorizante, que suele adoptar Pessoa en sus narraciones de ficción. El relato se plantea prácticamente como un desafío de ingenio y deducción entre el excéntrico Wilhelm Prosit, presidente de la Sociedad Gastronómica de Berlín, y su amigo Meyer, miembro del citado colectivo y que ejerce además como narrador en primera persona. Una de las virtudes a valorar de A very original dinner es su perfecta conclusión, lo que convierte este cuento casi en un caso extraordinario, ya que Pessoa era dado a escribir y reescribir eternamente sus ficciones, sus novelas, que dejó en su mayoría inconclusas.

En una medida y excelente versión del periodista y escritor gallego Xesús Fraga, el sello Nórdica rescata ahora A very original dinner en una edición individualizada -Páginas de Espuma lo incluyó no hace mucho en su volumen de Cuentos pessoanos traducidos por el poeta Manuel Moya.