Mentes poco peligrosas

eduardo galán blanco

CULTURA

«El buen maestro». Francia, 2017.Director: Olivier Ayache-Vidal.Intérpretes: Denis Podalydés, Abdoulaye Diallo, Léa Drucker, Pauline Huruguen, Marie Rémond.Comedia dramática.105 minutos.

23 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Para el cine francés, las aulas han sido siempre un referente, un escenario dramático cargado de significados. No en vano, fue en Francia donde Jean Vigo produjo y dirigió Cero en conducta, filme seminal de los años treinta en el que ya encontramos casi todo lo que se puede decir sobre la mala educación y sobre la escuela como doma de futuros ciudadanos sumisos. Luego, Truffaut insistió con Los cuatrocientos golpes y La piel dura; sin olvidarnos de Tavernier y la maravillosa Hoy empieza todo, un canto desesperanzado a la enseñanza integral. Y, ya recientemente, del país galo, con la asignatura pendiente de integrar miles de alumnos de decenas de etnias y barrios deprimidos, nos han llegado La profesora de historia o, sobre todo, La clase, pequeña obra maestra y bálsamo de Fierabrás para cualquier docente consumido por las dudas.

Por supuesto, El buen maestro no alcanza las cotas excelsas de La clase, pero, bajo su apariencia de película facilona, amable, incluso retrógrada, también se hace buenas preguntas alrededor de la metodologías y sobre el viejo estilo de la disciplina cuartelera. Es verdad que la conclusión resulta buenrollista, pero, por el camino, el diletante director de la cinta, que fue fotógrafo de prensa y comisionado de la Unesco, muestra su capacidad de observación, manipulando menos de lo que podría parecernos a ese grupo de chavales de una escuela marginal parisina.

La cámara que observa las evoluciones de estos fieros, pero tiernos, actores de la calle -o del aula, como se prefiera- es lo mejor de la función. La ductilidad y la intuición de los jóvenes intérpretes naturales brilla inquebrantable frente al oficio de un actor secundario tan fajado como Denis Podalydés -De Nicolas a Sarkozy- que aprovecha sus vicios para dar forma auténtica a un maestro bocazas de colegio rico al que una funcionaria del Ministerio envía a hacer realidad sus sobradas teorías, en un distrito apache del París multiétnico.

Puede que haya trampas en el guion, pero la mirada de la película es, a pesar de los pesares, un útil manto que cubre el páramo arrasado por fantasma neoliberal que hoy recorre Europa, ahogando la educación pública.