Leo Bassi: «El bufón tiene que provocar para llamar la atención y agitar conciencias»

xosé manoel rodríguez OURENSE / LA VOZ

CULTURA

XOAN CARLOS GIL

El actor estará la próxima semana de gira por Galicia con su nuevo montaje, «El último bufón»

11 abr 2018 . Actualizado a las 13:25 h.

Reconoce Leo Bassi (Nueva York, 1952) sentirse como una especie de dinosaurio o un ejemplar en peligro de extinción. Es el último de su especie, la prueba viviente de la transición que sufrió la estirpe de los ambulantes del circo para adaptarse a los nuevos tiempos y a los modernos lenguajes. Vivió el esplendor de las grandes familias del denominado entonces «el mayor espectáculo del mundo» y desde hace años trata de agitar las conciencias, provocar y denunciar. De la corrupción al fanatismo religioso. Nació por casualidad, como mandaban los cánones de la época, en el lugar donde sus padres estaban de gira y a los 7 años se vistió de Aladino en el espectáculo ambulante que realizaba la familia por Australia. Y desde entonces no se ha bajado del escenario.

Representa la séptima generación de una saga, de orígenes italianos e ingleses, que desde 1840 se dedica al circo. Tanto es así que su hermana localizaba recientemente en la Fundación Lumiére de Lyon una grabación realizada en 1896 en la que aparecen Giuseppe y Giorgio, bisabuelo y tío, respectivamente, de Leo Bassi, cuando ambos trabajaban en el Circo Rancy.

El nuevo espectáculo de Bassi, El último bufón, llegará la próxima semana a Galicia. Las representaciones comenzarán en Ourense el día 18 y seguirán por Santiago de Compostela (19), Culleredo (20), Vimianzo (21) y Burela (22).

-El montaje es un repaso a su carrera profesional. ¿Se siente el último bufón?

-Sí, aunque es más complicado que eso. El espectáculo es una antología filosófica, la consciencia de lo que he vivido en estos años. Procedo de una familia que se ha dedicado al malabarismo durante siete generaciones y el mundo que he conocido ya no existe.

-Ha apostado por llevar el circo a la calle y representa un caso paradigmático en ese sentido. ¿Vivimos como dice en la dictadura de las pantallas?

-En los últimos 20 o 30 años se ha producido un cambio radical. La tradición de siglos llevaba el circo a las plazas, y de un pueblo a otro pueblo. Hoy ese mundo está en YouTube, WhatsApp, Twitter y otras redes sociales. Los nuevos cómicos están en la radio, en la televisión y en otras partes, pero todo está controlado por los productores, las empresas y el dinero.

-Usted es especialmente crítico con esa realidad en sus posicionamientos...

-Se perdió la conciencia crítica y las nuevas generaciones se pliegan fácilmente y se dejan atrapar por el sistema. Van a los programas de monólogos, a los clubes de comedia, tienen un canal en Internet o tratan de ser personas influyentes... Pero luego está el productor de turno, los patrocinadores, los que te apoyan para que tengan miles de seguidores en la red social y cobres. Y renuncian a su libertad y a su independencia para vivir del sistema. Es un mundo que conozco, porque yo también he hecho televisión, y que coarta la creatividad. Antes había más conciencia; estabas en el circo, vivías en una carpa, comías o no, pero eras libre.

-Y es ahí es donde está el bufón, donde él halla su lugar.

-El bufón tiene provocar para llamar la atención y agitar conciencias. La provocación es su arma, y una vez que cuentas con la curiosidad del espectador es cuando debes decir algo inteligente y profundo, lanzar tu mensaje. Este espectáculo quiere ser una llamada a la rebeldía de las nuevas generaciones para que vean que se pueden hacer las cosas de una forma diferente.

-Cerró su página sobre corrupción, PPLeaks, y la realidad sobrepasó todas las fronteras. ¿Fue prematuro?

-No. Lo hice porque el PSOE no denunciaba nada e Izquierda Unida vivía en su mundo cerrado. La cerré al surgir el 15M porque estaba en esa línea, aunque me siento decepcionado. Mire lo de Cifuentes: los alumnos esforzándose para estudiar y sufriendo y la universidad los estafa y se ríe de ellos.