Oscars 2018: ¿Quién es Timothée Chalamet y por qué todo el mundo habla de él?

CULTURA

Hollywood tiene nuevo cachorro: un prometedor y afrancesado neoyorkino que la madrugada de este lunes aspira a convertirse en el galardonado más joven de la noche

03 mar 2018 . Actualizado a las 11:01 h.

Hay un momento de la película Call Me by Your Name en el que por la cara de Timothée Chalamet se suceden, en una única escena, hasta cinco emociones diferentes, una tras otra. Confusión, dolor, frustración, devastación y resignación ante la pérdida. Hay también emoción amputada y un relámpago de cordura, apenas una milésima de segundo, intuición de que solo con el tiempo llegará el alivio, de que la pena, agotada de apretar, acabará aflojando. Todo esto en un plano de casi siete minutos, último del largometraje más reciente de Luca Guadagnino, las luces del cine ya encendiéndose. Es mayúsculo el trabajo que el neoyorkino desempeña poniéndose en la piel de Elio Perlman, pero solamente el que ejecuta en este torrente final con la mirada atrapada en la chimenea ya justifica su nombre en la lista de nominados al Oscar a mejor actor. Y no solo eso: también lo ha puesto en órbita.

Hace apenas un año, Chalamet era un completo desconocido. Los que tengan engrasada la memoria lo recordarán imberbe en Homeland, acaramelado con la hija del sargento Brody. Tal vez también como el adolescente de Interestellar y hasta puede que le suene a alguien por su precoz romance, hace cinco años ya, con Lourdes María Ciccone, hija de Madonna. No fue, sin embargo, hasta el 2017 cuando su sonoro nombre comenzó a repetirse con insistencia en casi cualquier parte y él, a frecuentar entregas de premios, sesiones de fotos. Desentumecido, y algo despeinado, salió del cascarón. Y qué manera de hacerlo.

Timothée Chalament -23 años, hijo de un francés y una estadounidense- acaba de graduarse en la escuela de artes escénicas de La Guardia y su nombre ya figura en los créditos de dos de las películas favoritas de estos Oscar, la historia de amor de Oliver y Elio, y la descarnada Lady Bird, donde interpreta al pretencioso y malumorado Kyle

Su papel en la primera -el de un desorientado joven de 17 años que desarrolla una electrizante atracción hacia el alumno de su padre, diez años mayor que él- puede convertirlo la madrugada de este lunes en el premiado más joven de la noche. Mucho se ha hablado de este personaje. Por su valentía y por su distinción, por su fragilidad, por su sensual torpeza, por el alegato sobre la tolerancia que recibe, soporta y admirablemente asimila, por la escena del melocotón, erotismo puro. Y por cómo Chalamet hace que parezca fácil saludar así a la madurez, tan abruptamente, por un camino que si todavía hoy no es fácil, mucho menos lo era en los años ochenta. Por cómo el espectador es capaz de reconocerse en él escuchando a su padre pedirle que no mate el dolor, que no mate el sufrimiento, que se quede con la felicidad que una vez sintió.

Elio fue el trampolín, una oportunidad que quizá otro, sin la sensibilidad de Timothée, no hubiese sabido, ni siquiera podido, aprovechar. Él lo hizo y hoy se lo rifan. Los cineastas, la industria. En la incubadora de los iconos, es de momento una promesa, una curiosa combinación entre «Bale y Day-Lewis, pero con una pizca de Leonardo Di Caprio», se atrevió a pronosticar Greta Gerwig, directora de Lady Bird.

Sin de momento astillas conocidas, el primer actor nacido en la década de los 90 nominado en la categoría de mejor intérprete de los premios Oscar es, además, un chaval con los pies en el suelo y determinación en sus movimientos. Acabar de rodar con Woody Allen  A Rainy Day in New York, pero de este esfuerzo no recibirá ni un solo céntimo. Chalamet decidió donar todo su sueldo a tres organizaciones en defensa de la mujer y de otras minorías de género. Lo hizo, además, antes de saber que estaba nominado a la estatuilla dorada. 

MIKE BLAKE | reuters

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