Censura y Arco, historia de un «ridículo total»

M. L. MADRID / COLPISA

CULTURA

La organización lamenta haber pedido la retirada de la obra de Sierra y deja a la galerista la decisión de volver a colgarla

23 feb 2018 . Actualizado a las 10:06 h.

«Vamos a reírnos. Todos hemos hecho el ridículo. Y yo la primera. Hemos hecho una estupidez como una casa». La galerista Helga de Alvear (Kirn, Alemania, 1936) entonaba así su particular mea culpa, tras saber que Ifema (Institución Ferial de Madrid) se disculpaba por haber solicitado 24 horas antes la retirada de la obra de Santiago Sierra Presos políticos en la España contemporánea. Negaba Ifema haber ejercido la censura y dejaba en manos de Alvear la posibilidad de volver a colgar la polémica obra en su espacio. Algo muy improbable, toda vez que la controvertida pieza se había vendido por 96.000 euros en la víspera a Tatxo Benet, periodista, empresario y socio de Jaume Roures en Mediapro, y que la expondrá en el museo de Lérida, del que salieron obras de Sijena para regresar al monasterio aragonés. «Si quieren, que la cuelguen quienes la descolgaron», desafió De Alvear para a continuación aceptar las disculpas y confesarse «tan asombrada» que ni se lo cree.

Lejos de calmarse, el tsunami Sierra inundaba de nuevo el certamen, después de haber traspasado fronteras y llegar a las páginas de los grandes diarios internacionales en la misma jornada en la que don Felipe y doña Letizia inauguraban la 37.ª edición de la feria de arte contemporáneo. La polémica se sobrepuso a la visita real y dio pie a que no se sumara a la inauguración oficial Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, quien justificó su ausencia como gesto de protesta, pero dejando claro que su decisión no era «un desaire a los reyes».

«Lamentamos y pedimos sinceras disculpas ante la controversia producida a consecuencia de la petición a una galería para la retirada de una obra, que en ningún caso perseguía ejercer ninguna censura a la creación, aun cuando la percepción pública haya sido esta», decía Ifema, que no mencionaba ni a Helga de Alvear ni a Santiago Sierra. Firmada por Clemente González Soler, presidente del comité ejecutivo de Ifema, fue consensuada por todas las instituciones que la conforman: Ayuntamiento y Comunidad de Madrid, Cámara de Comercio y Fundación Montemadrid.

«Hemos hecho una estupidez como una casa», reprocha Helga de Alvear al aceptar las disculpas de Ifema «No hubo mala fe en esta acción -incide Ifema-. Aceptamos las críticas recibidas, comprendiendo que debemos evitar en el futuro cualquier circunstancia de esta naturaleza», agregaba la nota remitida a los 208 galerías presentes este año la feria, sin país invitado en esta edición y consagrada a un futuro que se llena de nubarrones con esta polémica. Sin aceptar que se hubiera ejercido la censura, expresaba así su propósito de enmienda «ante el malestar que haya podido generarse». En el comité organizador figura Carlos Urroz, director de la feria desde hace ocho años, que juzgó «malísima» la decisión de solicitar la retirada de la pieza de Sierra. Helga de Alvear no tenía este jueves la intención de volver a exponer las 24 fotos pixeladas de la obra de Sierra con retratos de los que el provocador artista madrileño considera «presos de conciencia» -entre ellos, Oriol Junqueras y los Jordis- en la pared de la que fueron desalojados en la víspera y que pasaron a ocupar cinco fotos de Thomas Ruff. «La obra está vendida y me da igual -insistió De Alvear-. Lo dejamos estar y punto. Arte es arte», agregó confirmando que no había hablado con Sierra, pero que sí lo había hecho con Clemente González Soler. «Me llamó anoche y me invitó a cenar, pero yo estaba en mi casa y ya había cenado», dijo irónica. Sí quiso destacar el papel discrepante de Carmena.

«La pieza ha dado el juego que debía dar y ha sido desorbitado. La normalidad es imposible y ya es suficiente», reconocía uno de los miembros de la galería, sugiriendo de nuevo que era improbable volver a colgar la pieza en su estand. Allí se habían vendido casi la totalidad de lo 500 folletos con los 24 rostros de la discordia, a razón de diez euros la pieza. «¡Qué buen chiste habría hecho Forges con esta ridícula bronca!», se oyó decir a un visitante a la galería que acaparaba tanta atención mediática, recordado al genio de la viñeta y el humor gráfico fallecido horas antes.