«No echo de menos la Bogotá de antes, todo eran secuestros y asesinatos»

PACHO RODRÍGUEZ MADRID

CULTURA

Benito Ordoñez

Cárdenas cuestiona el peso del bum en la literatura latinoamericana de hoy, que, dice, es más de las mujeres

19 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Llega a la entrevista caminando desde la estación de metro de Gran Vía, que casualmente [cuando se realizó esta entrevista] está arrasada por una agresiva campaña publicitaria de Narcos, la serie que atrapa sin piedad a los televidentes. El escritor la ve y, cuando menos, parece, le da pereza. Le resulta hasta un poco agobiante. Sobre todo porque Juan Cárdenas (Popayán, Colombia, 1978) dice: «No echo de menos la Bogotá de antes porque todo eran muertos, secuestros y asesinatos. Colombia es mi país, pero Madrid es mi ciudad. Lo digo siempre», aclara para empezar.

Cárdenas vivió en la capital de España quince años, hasta el 2014, y para él, venir hasta aquí, es encontrarse seguro con una experiencia tan de madurez como iniciática. Pero poco tiempo porque, dice, desde que llega, sus amigos le multiplican los planes. El narrador anda bajo el brazo con su libro El diablo de las provincias (Editorial Periférica), un texto que es algo así como un suceso de confirmación de su destreza, y en donde se detectan géneros que el autor mezcla huyendo de evidencias. Y desembarca en España en un momento de su carrera en el que recibe reconocimientos que le permiten asentarla. También pone en duda de manera curiosa la devoción que aquí se siente sobre lo que se dio en llamar el bum de la literatura hispanoamericana.

-El personaje de «El diablo de las provincias» regresa a casa por así decirlo a recomponer su vida. ¿El pasado sirve para eso?

-Hay esa creencia, como asombro del regreso, que es una forma universal. Clásica. Pero solo a partir de esa sensación como inicio de la historia.

-Y a partir de un hecho individual surge algo así como una novela negra, aunque usted lo matiza...

-En mis novelas me gusta jugar con los géneros. Definir El diablo de las provincias como una novela negra, o solo una novela negra, sería faltar a la verdad. Tanto por el género en sí, como porque se utilizan recursos de otros géneros. A mí lo que me gusta al escribir es explorar preguntas y que haya un alto grado de improvisación.

-El resultado en el que se coincide es que en su literatura aparecen las mejores señas latinoamericanas, conjugando política, religión, economía, tramas personales... Y que en «El diablo de las provincias» hay una novela importante.

-Me encantaría que así fuera. Y que gustara tanto a lectores de aquí como de allí. Quería dialogar con el género policial, pero no al estilo nórdico. Sino algo más próximo a Sciascia.

-¿Y cómo busca los personajes de su novela? ¿Se remite a la actualidad, a lo que pasa?

-Nunca pienso en los temas según los personajes. En términos de creación, iría más por la psicología de los mismos.

-¿Lo hace para no interferir en la narración que quiere contar?

-No tanto por eso, sino por una cuestión de narración que se acerca a la forma de la fábula.

-¿Y la parte de realidad?

-En esa frontera entre realidad y ficción, se trata de sacar a la luz una serie de imágenes de lo real que están ahí sepultadas en el caos de la realidad.

-¿Usted cree que podría haber hoy una generación de escritores de su edad que fuera destacable? ¿Les uniría algo?

-Puede ser que haya una generación de escritores que en su mayoría tienen una manera interesante de situarse ante la tradición. Y, sobre todo, hay ahora en Latinoamérica un momento de escritoras. La literatura latinoamericana siempre ha sido muy masculina. Antes no es que no hubiera mujeres que escribieran bien, es que no se las dejaba sacar la cabeza.

-¿Y herederos del bum latinoamericano que tanto ocupa aún?

-El bum de la literatura latinoamericana es más un problema de ustedes, de España, que de allí. Hay un arco de autores más amplio en tiempo y en generaciones que lo que suponen esos escritores.