Quince años de aires ilustrados

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Juan Lázaro

El sello gallego Ediciones del Viento se confirma, en su cumpleaños, como referente fundamental en España de la literatura de viajes

11 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Queda lejos aquel 3 de junio del 2003 en que -apoyado por Javier Reverte, Fernando Savater y Soledad Puértolas- Eduardo Riestra debutó en la feria del libro de Madrid, donde presentaba los tres primeros títulos de su recién fundado sello Ediciones del Viento: Los días de Birmania, de George Orwell; Gente remota, de Evelyn Waugh; y Mi India, de Jim Corbett. Ha pasado un mundo desde entonces si se valora además la velocidad a que hoy discurre todo de la mano de las pantallas, Internet y las redes sociales, espacios que hacen todavía más temeraria y valiosa la empresa de producir libros en papel, sobre todo si esos libros no se hacen a golpe de actualidad o de best seller, carácter que define la aventura para gourmets de Riestra. Este empeño recibía hace solo unos días un importante reconocimiento de la Sociedad Geográfica Española, que le concedió uno de sus premios anuales por su contribución a la divulgación de la literatura de viajes, un terreno en que la editora se ha convertido en referente fundamental en España.

Han pasado, así, 250 títulos, que adornan un potente catálogo en el que no faltan los grandes clásicos pero tampoco autores de la época actual. La labor de Riestra ha rescatado narraciones imprescindibles, relatos de los grandes viajeros y exploradores que estaban descatalogados o que, simplemente, permanecían inéditos en la lengua castellana.

Serpa Pinto y Pedro Páez

El trabajo en este ámbito, recogido especialmente en su colección Viento Simún, es el de mayor calado editorial. El volumen número 89 de esta serie se halla ahora mismo en la imprenta: Cómo yo atravesé África, del explorador portugués Alexandre de Serpa Pinto, que refleja su viaje de 1877 y que es un ejemplo de obra inédita en español, como lo fueron Viajes a las regiones interiores de África de Mungo Park y A través de África de Verney Lovett Cameron. O el incomprensible caso de la Historia de Etiopía del jesuita español Pedro Páez, que exhumó Riestra cuatro siglos después de su escritura. El misionero madrileño descubrió a orillas del lago Victoria (en Uganda) las fuentes del Nilo Azul. Fue en 1618, poco después de que Cervantes alumbrase el Quijote y casi 250 años antes de que el inglés John Hanning Speke comunicase su localización a la Royal Geographical Society de Londres, en 1862. Pero es que el relato había permanecido absolutamente ignoto hasta su publicación en 1945 en Oporto -Páez escribía en portugués, ya que estudió en Coímbra-.

Riestra evoca estas conquistas con íntimo orgullo y acepta sin gestos de resignación que sus productos no le harán rico, «son libros de fondo». Explica que hubo algunos que se vendieron muy bien como Los días de Birmania, Inquietud en el Paraíso de Óscar Esquivias o Vida y aventuras de Jack Engle de Walt Whitman.

Sin embargo, y aunque no quiere parecer catastrofista, lamenta los bajos índices de lectura en España. Sabe que «el sector trabaja a contracorriente», pero critica el olvido y la desidia de los políticos, que, dice, contribuyen a «esta huida bestial del libro que se vive hoy». En su cruz particular suma que la Xunta no contemple apoyo a la edición para nada que no sea publicado en gallego: «Somos una editorial no gallega a todos los efectos. Pero esa falta de ayudas también tiene sus ventajas, y una de ellas es que mi independencia está a salvo. Y, después de todo, sobrevivimos», celebra.