El cine español se pasa al feminismo

Laura García del Valle

CULTURA

El movimiento #MeToo llegó este sábado al Marriot Auditorium. Todos se mojaron, pero pocos usaron el negro para reivindicarse

04 feb 2018 . Actualizado a las 09:13 h.

No hizo falta esperar a que llegaran las grandes estrellas del cine español para que en el Madrid Marriott Auditorium quedara patente la tónica que iba a seguir la 32.ª edición de los Premios Goya. A las cinco de la tarde ya daban muestra de ello los periodistas y fotógrafos, que en lugar de llevar trajes de batalla para esperar horas y horas al frío, portaban los trajes con siluetas femeninas firmados por Ernesto Artillo que revolucionan la esfera pública. Comenzaron a pasar las horas y con la llegada de los primeros guionistas, directores, actores o maquilladores que hacen realidad películas como Handia, El autor o La llamada y dos palabras se hacían con la alfombra roja: «Brecha salarial». Se mojaron más ellas que ellos, aunque la mayoría quiso dejar clara su indignación ante el hecho de que en el cine, como en el resto de sectores, las mujeres cobren menos en sus trabajos. No obstante, la resaca del movimiento #metoo, que coleó durante el desfile de las estrellas del cine patrio, todos cantaron al unísono que no será una cuestión de modas o de la tradicional reivindicación que, anualmente, se cuela en esta ceremonia, sino que la herida que abrió Harvey Wenstein no cicatrizará hasta dentro de mucho, mucho tiempo.

«No es ni la ceremonia de las mujeres, ni la noche de las mujeres, ni el año de las mujeres, es la era de las mujeres», comentó la actriz y directora Leticia Dolera. Las también intérpretes María Botto y Cristina Castaño se sumaron al mensaje de que por fin, como se demuestra con La librería (Isabel Coixet) y Verano 1993 (Carla Simón). «Las mujeres pueden hacer cine en condiciones porque se nos comienza a tomar en serio», comenta Castaño mientras reconoce que su vestido negro, firmado por Vicky Martín Berrocal, es un guiño a una reivindicación que vivió su apogeo en los Globos de Oro. Botto, a su lado, explica su realidad para dar cuenta de lo que sucede: «En un papel protagonista nunca cobraría lo mismo que mi hermano (Juan Diego, también actor)».

Que el sesgo de género iba estar presente la noche de ayer quedó claro desde que la Asociación de Mujeres Cineastas y Medios Audiovisuales decidió que repartiría 1.800 abanicos con el lema #másmujeres. No obstante, pocos se vieron en el posado ante las cámaras, aunque la que no se resistió a portarlo fue Penélope Cruz. Era la más esperada de la noche y se hizo de rogar hasta casi dar comienzo la gala. Eran las 21.45 horas de la noche y ni rastro de Cruz, que llegó poco después ataviada con un Versace blanco que hablaba por sí solo. No solo por lo precioso del traje, sino porque dejaba claro que los rumores de enemistad con Donatella Versace tras haber interpretado a la diseñadora en la pequeña pantalla, eran solo eso, rumores.

Los Javis, estrellas revelación

Tampoco habían llegado a esa hora Javier Ambrossi ni Javier Gutiérrez, que aterrizaron, enfundados en dos originales Gucci, casi al tiempo que la nominada por Loving Pablo. Una muestra más, sumado a la cantidad de flashes que acapararon, de que, en lo cinematográfico, son las estrellas revelación del año.

En el paseo de caras conocidas, pese a la solemnidad de las declaraciones de directores y actores, que no querían jugarse el pellejo y ser carne de la mala baba de las redes sociales, mucho colorido y escotes interminables en ellas. Pero también mucha moda española. Teresa Helbig, que vistió a Ursula Corberó o Macarena Gómez, fue de las grandes triunfadoras. Pero también Pedro del Hierro, que encumbró a Juana Acosta una vez más como las más elegantes. Y Ana Locking, que creó el vestido más irreverente de la noche: el que llevó la Terremoto de Alcorcón. Los hombres mucho más sobrios. Siguieron rindiéndose al eterno esmoquin negro, salvo excepciones contadas, como la de Luis Tosar, que apostó por una chaqueta de terciopelo verde, Los Javis o Brays Efe. Quien es prácticamente el alter ego de esta pareja de directores se atrevió con un dos piezas azul con retales de la joven marca española Outsiders Division.

Nuevos artistas como Brays Efe se cruzaban con iconos del cine español como Marisa Paredes como si hubiesen formado toda la vida parte del mismo sistema. Un sistema en el que faltaron estrellas. La ausencia más destacada por todos los actores, la de Álex de la Iglesia, cuyas películas El bar y Perfectos desconocidos fueron las grandes olvidadas en la terna de nominaciones.