Desde ayer y hasta el 15 de abril se podrán ver en el Museo de Lugo los dibujos y seis de las ocho acuarelas que se conservan, además de diversos materiales gráficos, documentales y artísticos relacionados con el templo romano lucense, y que fueron aportados por el Museo del Prado y el CSIC, entre otras instituciones.
«Además de su relevancia artística y científica, al mostrar el estado de varios de los motivos de la decoración pictórica del monumento en el momento de su descubrimiento, las acuarelas ofrecen un valor añadido debido a que una parte de las pinturas sufrieron daños tras aplicarle una restauración nefasta», señala el historiador Montenegro. En este sentido, el visitante podrá comprobar si se acerca a la exposición o a ver in situ el monumento (la Xunta lo reabrió esta semana tras cuatro meses de obras y trabajos de conservación) que el estado actual de algunas pinturas dista mucho del que reflejó Segura en 1927. «Son imágenes que dañan a la vista. Moreno, que regresó a Bóveda en 1928 y se encontró la pérdida de intensidad de las pinturas, lamentó los daños», explica Montenegro. A partir de ahí se tomaron medidas para cubrir el templo y en 1931 fue declarado Monumento Nacional.