José Carlos Martínez: «He tratado de acercar 'Don Quijote' a nuestro folclore español de verdad»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

CULTURA

F. Marcos Ibañez

El coreógrafo firma la nueva versión de la Compañía Nacional de Danza, que llegará a Vigo el próximo día 20

14 ene 2018 . Actualizado a las 16:13 h.

José Carlos Martínez (Cartagena, 1969) es el director artístico de la Compañía Nacional de Danza (CND) desde hace siete años. Tras etapas más convulsas, como la que lideró Nacho Duato, bajo el mandato del bailarín y coreógrafo murciano la formación ha vivido un período de estabilidad en el que ha recuperado su razón de ser. La compañía lleva casi dos años recorriendo el país con enorme éxito con la versión de Don Quijote coreografiada por el propio Martínez, que aunque se inspira en las célebres versiones de Petipa y Gorski, revisa la obra desde una perspectiva que respeta la esencia de la cultura y la danza españolas. Tras largos años de ausencia, la CND llega a Galicia la semana próxima con esta pieza que solo se podrá ver en el Auditorio Mar de Vigo el sábado, 20 de enero, a las 20.30 horas. Hoy finaliza en Sevilla tres días de funciones en el Teatro de la Maestranza.

-¿Qué pretendía transmitir con su versión de Don Quijote?

-Yo me he basado en la versión original, pero he querido darle mi toque particular. Y eso pasa por tratar de acercarla más a nuestro folclore español, pero de verdad, porque el coreógrafo francés Marius Petipa estuvo unos años viviendo en España. Se inspiró en lo que vio, pero quedó como algo que parecía español sin serlo de verdad. No tenía los ritmos correctos. No zapateaban. Yo quería que nuestra versión fuese más auténtica por ser la Compañía Nacional de España y por estar aquí. Para ello pedí ayuda a Mayte Chico, que es bailarina y coreógrafa de la compañía de Antonio Gades. Ella ha coreografiado la parte de danza española: el fandango y el bolero. Nuestros bailarines no son especialistas en flamenco ni danza española, pero han estado trabajando mucho para lograr esa veracidad.

-Pero ha hecho más cambios, ¿no?

-Sí. El personaje de Don Quijote estaba tratado de manera anecdótica y me parecía importante tratarlo de otra manera. Salía haciendo una serie de pantomimas pero no tenía ninguna profundidad. Es una sombra de Dulcinea que va siempre detrás. Yo quería darle más romanticismo y más peso, de manera que el nuestro baila con su dama y le dejamos que sueñe con su amor ideal.

-¿Fue una elección personal?

-Sí. Cuando llegué a la compañía quería darle una nueva identidad que pasaba por el hecho de que bailara también clásico. Estaba buscando un título para empezar y me pareció que Don Quijote era perfecto para darle identidad. Además, no es como El lago de los cisnes o Giselle, donde las piezas más importantes de las coreografías son las de chicas en tutú blanco. Don Quijote se corresponde más con la personalidad de la gente que tenemos en la compañía. Además, es uno de los ballets en los que he disfrutado más bailando yo mismo. Quería compartir con ellos y con el público esa sensación.

-¿Se ve mucho tiempo más como director de la CND?

-Voy a seguir hasta julio del 2019. Queda año y medio y luego se verá si hay voluntad de que siga el mismo proyecto. Creo que hemos avanzado mucho. Hemos logrado hacer cada vez más cosas y para que yo continúe tendría que seguir pudiendo progresar. Lo que sí es cierto es que necesitamos más medios y un teatro propio para presentar nuestros espectáculos, crear una temporada y fidelizar al público. La transformación ya está hecha. Ahora hay que pensar en la evolución.

-¿En la lucha entre baile clásico y contemporáneo quién gana?

-Tengo claro que ninguno. Son complementarios y es lo que quiero hacer, alternarlos. El futuro va por ahí. Es enriquecedor.

«He bailado muchísimo más de lo que había imaginado»

El actual director de la Compañía Nacional de Danza tiene detrás una carrera impresionante. Fue bailarín estrella de la Ópera de París, el puesto más alto en la jerarquía de la formación gala en la que ingresó siendo elegido personalmente por Rudolf Nureyev. Recibió el Premio Nacional de Danza en 1999 y ha trabajado además con la mayoría de los grandes coreógrafos del siglo XX, desde Maurice Béjart a Pina Bausch.

-¿Echa de menos su etapa como bailarín?

-No, porque ya he bailado muchísimo más de lo que había imaginado bailar y el hecho de coreografiar es como si yo estuviera en escena con el cuerpo de los demás. Estoy en el estudio siempre con ellos. Podría bailar otra vez, pero me gusta mi papel ahora.

-En el ámbito educativo, ¿se podría hacer más para fidelizar público joven?

-Claro que sí, aunque hemos puesto en marcha un proyecto educativo que lleva tres años desarrollándose. Hemos abierto las puertas y las ventanas de la compañía para que la gente tenga acceso a la danza y vea cómo trabajan los bailarines. Por ese camino hay que seguir.

-¿Es una cuestión de dinero?

-No es solo cuestión de dinero. Por ejemplo, cada vez tenemos más espectáculos y eso nos resta tiempo para estas actividades que nos acercan a la gente. Por eso es importante tener nuestro propio teatro. De todas formas, vamos haciendo actividades pedagógicas allá donde vamos. Y en Vigo también lo haremos. Vienen alumnos de las escuelas, asisten a los ensayos y hacemos unas charlas con ellos en las que les explico detalles de la producción.

-¿En qué espectáculo se lo pasó mejor bailando?

-Además de en Don Quijote, en El lago de los cisnes.

-Su primer papel, de niño, fue el que hacía John Travolta en Grease. ¿Ese no cuenta?

-Para el currículo, no. Tenía nueve años y me lo pasé muy bien también. Pero cuenta muchísimo en realidad, porque hizo que luego bailara todo lo demás.