Smiley regresa al frío 25 años después

HÉCTOR J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

nadav kander

El escritor John le Carré recupera el mundo del agente del MI6, una de sus mayores creaciones, en la novela «El legado de los espías», que llega mañana a las librerías

08 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A sus 86 años, David Cornwell, conocido como John le Carré (Poole, Dorset, Inglaterra, 1931), sigue trabajando con incansable lucidez. Prueba de tal afirmación es la novela El legado de los espías, que apareció en su país en septiembre del 2017 y llega mañana a las librerías españolas de la mano de Planeta. Su nueva narración recupera más de 25 años después una de sus mayores creaciones, el agente George Smiley, que el escritor parecía haber agotado en 1990 cuando publicó El peregrino secreto. El oficial de The Circus -trasunto literario del MI6, agencia de inteligencia exterior del Reino Unido- se dio a conocer en 1961 en las páginas de Llamada para el muerto, su ópera prima. Y pronto se convirtió en emblema, en paradigma, del espía británico, muy por encima de su colega James Bond -007, el más famoso de todos, gracias a sus adaptaciones cinematográficas y debido a la pluma de Ian Fleming-: Smiley es más cerebral y reflexivo, mucho menos dependiente de sus destrezas físicas y nada atractivo. Con sus andanzas, Le Carré se situó como miembro de privilegio del quinteto de autores que construyeron lo que hoy se entiende por novela de espías y que integran Joseph Conrad, Somerset Maugham, Eric Ambler y Graham Greene.

Le Carré, claro, sabe de lo que habla. No en vano él mismo fue agente del MI6, destacado en Berlín a finales de los años 50 y comienzos de los sesenta del siglo pasado, en plena guerra fría. Precisamente, en El legado de los espías, el narrador vuelve a esa época, la que en la peripecia vital de Smiley señala El espía que surgió del frío (1963), la novela que lo catapultó internacionalmente y que decidió a Le Carré a dedicarse de lleno a la escritura. También vuelve sobre El topo (1974). El sello británico Viking resumía así el lanzamiento: «Las operaciones de inteligencia reunieron en el pasado a la flor y nata del Londres secreto, a personajes como Alec Leamas, Jim Prideaux, George Smiley y el propio Peter Guillam. Sin embargo, ahora serán escrutados desde el inquietante baremo de una generación que no guarda memoria de la guerra fría y no tiene paciencia para sus justificaciones».

Infiltración en la Stasi

Una demanda reabre un antiguo caso cerrado y obliga a investigar, décadas después de los hechos, una operación de infiltración en el corazón de la Stasi (servicio de inteligencia de la RDA, República Democrática Alemana) que acabó con el trágico balance de dos muertos -el agente Alec Leamas y su novia comunista, Liz Gold-, cuyos hijos ponen ahora en marcha la reclamación de una indemnización millonaria.

Peter Guillam, el que fue discípulo y adjunto de George Smiley (y mano derecha en El topo), es convocado a Londres, al cuartel general. El Gobierno se enfrenta a una pesquisa parlamentaria. Monsieur Denis le acerca la carta sellada en The Circus: su testimonio es requerido de forma oficial. Ya anciano y duro de oído, ve que en este proceso se pone en juego su honorabilidad y la tranquilidad de su muelle retiro en un idílico enclave de la Bretaña, el mismo que lo vio nacer, en su granja familiar heredada en Les Deux Églises. El interrogatorio no semeja una charla amistosa entre viejos colegas. Los archivos de la operación Carambola están sospechosamente incompletos. El asunto parece apuntar directamente a Smiley, en paradero desconocido. Los papeles de Guillam y de Smiley están bajo la lupa.

En primera persona

Guillam se volcará en un relato extenso, en primera persona -recurso novedoso en Le Carré-, en el que tratará de preservar su reputación, pero que a la vez lo obliga a revisitar unos hechos de difícil digestión personal, que, sin poder evitar los remordimientos, lo fuerzan a repensar asuntos como la fidelidad, la traición, la amoralidad, las exigencias de lealtad al Gobierno que paga, el choque entre el interés individual y el de la comunidad, la conciencia y el deber, el espinoso dilema entre el fin y los medios...

No son temas inéditos en la producción del autor de El sastre de Panamá. Al contrario, son consustanciales a su obra. Con la ventaja de que las tensiones habidas recientemente entre Occidente y Rusia recuperan de alguna forma el ambiente viciado de la guerra fría. Del mismo modo, parece haber una ola de escepticismo creciente entre la gente joven que lleva a las nuevas generaciones a poner en tela de juicio todo lo ocurrido que no han vivido o protagonizado. Esta postura, que podría celebrarse como un elogio del pensamiento crítico, se pervierte cuando entra en escena la posverdad y la falta de rigor. Y ahí es donde Le Carré parece poner el dedo en la llaga, en el desconocimiento del pasado y la falta de memoria.

El novelista clásico que surgió de los quioscos

H. J. P.

Dice John le Carré -adoptó tal seudónimo para compaginar sus trabajos literarios con su actividad en la inteligencia secreta británica, que inició ya en la universidad- que tiene una edad, que es hora de poner fin a su carrera novelística. Camino de los 90 años, asegura, no dejará de escribir, porque no sabría hacerlo, pero, sospecha, seguramente las aventuras del agente Smiley han terminado con este libro. El funcionario de inteligencia, con pasado policial, es, pese a su grisura, su aspecto cincuentón poco agraciado, y aires de derrota, la creación más emblemática de Le Carré. Devoto de Goethe, Smiley, como protagonista o secundario, le dio la fama al escritor (Llamada para el muerto, Asesinato de calidad, El espía que surgió del frío, El espejo de los espías, El topo, El honorable colegial, La gente de Smiley y El peregrino secreto). Es más, entre estos dos últimos títulos, hubo un largo lapso de tiempo, entre 1979 y 1990, en que la vida del espía parecía absolutamente amortizada, agotada, y que Le Carré carecía de recursos para sostener, sin su concurso, la brillantez de su trayectoria narrativa. Fue entonces cuando publicó libros tan relevantes como El infiltrado, El sastre de Panamá, El jardinero fiel o Amigos absolutos. Por no hablar de su ejercicio autobiográfico en Volar en círculos. Su gran poderío narrativo y su inteligencia -tan británica- son marca de excelencia de la casa. Más allá de su condición de gran patriarca de la novela de espías, Le Carré es hoy todo un clásico. Eso sí, un clásico venido de los quioscos, de la cultura popular... Y eso no deja de ser una fenomenal bendición.